Letras De Otros
mayo 12, 2015
Talismán o resguardo contra el pasmo, las paperas y el mal gusto, siempre traigo conmigo mi cuaderno azulito de finales del bachillerato. No es rojo ni escarlata, mi cuaderno azulito de cimarrona estampa. Ni son mías las palabras, pero cuánto quisiera, contar lo que me cantan en sus textos mis paisanos.
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los que me canto
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los
que me cuento |
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Domingo Moreno Jimenes. Quiero escribir un canto sin rima ni metro; / sin harmonía, sin ilación, sin nada / de lo que pide a gritos la retórica. |
Tomás Hernández Franco. Charlot está definitivamente arruinado. A cada lado de su bigotillo una mala arruga encierra, en un paréntesis de espanto, su boca. |
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Rafael Américo Henríquez. Amarillos / sus pezones. / Amarillas / las estrellas de las charcas del sendero./ Va descalza, va desnuda, va sin miedo / cuesta arriba. |
Juan Bosch. Todos los que habían cruzado la puerta antes que yo habían entregado sus cabezas, y yo las veía colocadas en una larga hilera de vitrinas que estaban adosadas a la pared de enfrente. |
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Manuel Del Cabral. La del río, ¡qué blanda! / Pero qué dura es ésta: / La que cae de los párpados / es un agua que piensa. |
José Rijo. A cada latigazo el cuerpecito de Chito culebreaba de dolor. La mano de Pancho castigaba duro con una soga la carne del muchacho que, retorciéndose como un bicho, pedía perdón. |
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Franklin Mieses Burgos. Esta canción estaba tirada por el suelo, / como una hoja muerta, sin palabras / la hallaron unos hombres que luego me la dieron / porque tuvieron miedo de aprender a cantarla. |
J. M. Sanz Lajara. El coronel era un hombre metódico y era un hombre valiente. Se levantaba todos los días a la misma hora, en el mismo momento que el sol aparecía sobre las palmeras, tomaba el mismo vaso de agua, hacía las mismas genuflexiones… |
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Aída Cartagena Portalatín. ¿Cómo llorar la muerte de una rosa, / si los amaneceres han desdoblado el Mundo, / y en la hierba que tiembla cerca de los rosales / se han quedado las albas vueltas dotas de agua? |
Manuel Rueda. Saltaba eso a la vista: de los hombres que me cortejaron Inocencio era el mejor. De mayor valimiento y compostura. Partido tan a pedir de boca no había otro, ni en el pueblo ni en muchas leguas a la redonda. Intachable. |
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Máximo Avilés Blonda. Este junio volvieron las mariposas a pesar de la guerra. / Dejaron su polvillo coloreado en las calles con sangre. / Jugaron con los niños angustiados antes del día de San Juan, / y se marcharon luego… |
Virgilio Díaz Grullón. Recuerdo muy bien el día en que papá trajo la primera muñeca en una caja grande de cartón envuelta en papel de muchos colores y atada con una cinta roja, aunque yo estaba entonces muy lejos de imaginar cuanto iba a cambiar todo como consecuencia de esa llegada inesperada. |
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Freddy Gatón Arce. Además, son muchos los humildes de mi pueblo. / Yo escribí sus nombres sobre los muros, pero no los recuerdo. / Yo rescaté su corazón de la carcoma y del olvido, / pero no sé dónde / quedó la sangre coagulada ni si vino familiar alguno / a limpiar la mancha que había sobre el duro / tapiz de la noche. |
Marcio Veloz Maggiolo. Emilia me miraba de reojo, y con sus grandes silencios me envolvía como en una atmósfera de polvo y nubes densas. Entonces el sudor me chorreaba por las caderas, y debajo de mi impecable traje de gabardina a rayas percibía el cosquilleo de las gotas, rodando, asustadas… |
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Raúl Bartolomé. Un río seco. / El recuerdo de un reptil. / La lágrima sin un ojo en que posarse. / La sombra sin su compañía. / Un charco de cadáveres. / Gruñidos. / Una piedrecilla en el zapato de la humanidad. |
René del Risco Bermúdez. Eras realmente pintoresco, Ton; con aquella gorra de los tigres del Licey, que ya no era azul sino berrenda, y el pantalón de kaki que te ponías planchadito los sábados por la tarde para ir a juntarte con nosotros en la glorieta del parque Salvador, a ver las paradas de los Boy Scouts en la avenida… |
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Denis Mota Álvarez. a la ciudad / en la mañana le gusta pintarse los labios verdes / con lápices rojos fabricados con sangre del / homicidio de una flor |
Ángela Hernández. Mis ojos todavía eran verdes. En la boca, en vez de dientes, tenía ventanitas. La gente se lamentaba viéndome trabajar. “Tan pequeña, metida en una cocina, un día de éstos se va a quemar”. |
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Sally Rodríguez. Visítame esta noche / música o agua / recórreme / levántame de aquí / Haz que mi cuerpo / se sumerja / oh rostro de cristal / en tu sonrisa que guarda / los ríos / Escóndeme con tus labios / oh rostro / de la claridad |
Virgilio López Azuán. Como de costumbre, salí a comprar el periódico cuando la campana de la iglesia, con su badajo, anunció que eran las siete de la mañana. El día se levantó con una brisita fría, y unas gotas de lluvia, finas, que el viento las toma y las hace caer deformadas sobre la calle gris. |
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Médar Serrata. En un cuadro de Goico estoy mirando a solas / las líneas y el color del desamparo / una frente que estalla un rostro atribulado / -mi propio rostro- veo / mi pensamiento mismo saltando de ola en ola. |
Manuel García Cartagena. La noche llegaba tímidamente mientras hojeabas la revista. Verte allí, sentada en silencio a la izquierda de la cama, me hacía sentir melancólico. Aquel crepúsculo anunciaba, como todos, alguna tragedia antigua y olvidada. |
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José Alejandro Peña. Una franela blanca de mi padre / cerrada por las mangas / es un closet para echarse / a volar. / Volar, volar, volar / de mi país natal… |
Ramón Tejada Holguín. Son sus ojos, sus ojos, el motivo de mi decisión, aunque todo empezó por su sonrisa. Digo sonrisa a falta de mejor palabra. Al inicio ella le abría las puertas a Ava Gardner. Aunque, no posee toda esa hermosura y ambigüedad de Ava, no es una “Femme Fatale”, a pesar de sus pretensiones. Pero su sonrisa… |
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Pastor de Moya. me pertenecen todos los secretos de la noche / el mar de estrellas que se niegan en el número / el semen con que dios hizo la luz me pertenece / y cuando pueblan las palomas tus pezones / aún me perteneces. |
Julio Adames. La carret a se detuvo en medio de una ola de polvo y chirridos de ruedas oxidadas. Primero baja un viejo de contextura fláccida, y luego, refunfuñando, una niña pequeña de aspecto huraño y sin peinar. El viejo la sujeta por el cuello con un fuerte correaje de cuero, obligándola a seguirlo. |
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