Otra Noción De Patria

Otra noción de patria

Me enternecen mis ruinas recién envejecidas; mis sátrapas, tiranos y aspirantes

Tras más de cinco siglos de fandango y quilombo, me gusta mi país tan cierto en sus misterios. Me encantan mis paisajes de verdores y hazañas, y voy por mis caminos, como dijo el poeta diminuto y austero, sigo «el rastro goteante por el mapa». De un confín a otro confín el eco anda perdido en los acordes de un merengue sin letra, que dice más de lo que calla en su silencio adrede.
(¡Tanto arrojo en la lucha irremediable y aún no hay quien lo sepa! ¡Tanto acero y fulgor de resistir y aún no hay quien lo vea!)
No era la ciudad, dijo el otro poeta, ni el caballo (h)alado por los pelos, ni esta sorda letanía que se pasea por las horas absurdas de estas plazas y calles, que no dicen nada. Era otra ciudad. Quedan gente y rincones tan amados. Algo de lumbre, color y una bandera hecha jirones.
(Si alguien quiere saber cuál es mi patria, no pregunte por ella. [1])
Más allá de los sueldos y los mapas; más allá de las mil voces (a)pagadas, que han convertido el sacrificio y el arrojo de los héroes en descascaradas y monocromáticas estatuas, roídas por la deposición y el polvo de los pájaros y los días; todo ese entrañable y amplio territorio, inabarcable y profundo, que sobrepasa los límites geográficos, y que no puede ser visto ni tocado más que por los sentimientos,  tiene nombre, apellido.
(No amo a mi patria.Su fulgor abstracto es inasible.)
Disfruto mi país, que a veces se desluce y descolora con petulante sevicia, copia prestada de otros patios. Sus gavilleros y manigua, mentidos y enlodados, mil veces perseguidos, pero -y sin pero- más serios y decentes que el raptor y sus rapaces. Así mismo, mi gente, no necesariamente la que sale en las fotos, la elegible.
(Pero, aunque suene mal, daría la vida por diez lugares suyos,  cierta gente)
Cómo gozo esta tierra, la del humus más pródigo y dulce que flora alguna jamás haya bebido. Amo mi país primado y pendenciero, prestado y endeudado. Lleno de locos mansos y políticos, consultores, embusteros.
(puentes, bosques de pinos, fortalezas una ciudad deshecha,gris, monstruosa)
Me saca sorna mi país con sus faroles (soñar que nunca cesa),  sus edecanes de floridos plumajes y el boato y el festín de apaga y vámonos. Soy loco con mis catedrales, cabildos, ciudades y universidades primadas, hatos de espejos chuscos que se burlan del tiempo y de nosotros.
(varias figuras de su historia, montañas-y tres o cuatro ríos. [2])
[1] Pedro Mir
[2] José Emilio Pacheco

Sabado 29 de enero del 2005 El Caribe