Como Un Cometa

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He de volver sobre el tema, una y otra vez, hasta que lo entiendas, lo entiendan todos, y nadie tenga dudas. Debo gritar a los cuatro vientos la verdad. Entender es el inicio de la liberación. No tenía necesidad de invitarla. Ella, la secretaria perfecta, su amanuense, tú lo sabes, vieja decrépita que ningún jefe miraría con lascivia, escribiéndolo todo, observando como cambia mi rostro cuando el innombrable mayor, su querido jefe, dice: «El libro debe llamarse, Y así llegaste tú…», y nombra a la innombrable. Ella vio cuando miré el techo furtivamente, hice un imperceptible, no tan imperceptible, gesto de desacuerdo, y tú, inocente, lo secundaste. Nada sabías, pero ahora me encargo de que lo sepas. Sí, cambié de rostro, me incomodé, pero callé. No sé por qué no dije nada y acepté la idea, como el pecado por omisión. Luego se armó una discusión del carajo, sobre un tema tan idiota que no vale la pena recordarlo.

Debes saber que no puedo permitir que mi nombre aparezca debajo de un título tan horrible. Es cuestión de principios. Ya sé, déjame hablar, escucha callado, sólo al final quiero oírte darme o no la razón. No, no es una opinión mediada por «lo personal», o esa, bueno, tú sabes. Oye, sucede que la noticia corrió rápido, o mejor dicho su eficiente entrecomillas lo de eficiente, secretaria la regó con rigor y celeridad, llamó a todas, empezando, ya sabes, por la innombrable, a pesar de la aversión que una vez dijo tenerle. No la defiendas y espera, ya te he dicho que es su aliada, ella la embrujó con alguna de sus Pócimas de miel, melaza y azafrán.

Las muchachas me llamaron, preocupadas, aturdidas. Primero Olga, indecisa, crédula, luego Sofía, secesionista, con su aparente calma, ironizaba con quien tú sabes, reía de su temor a los cuernos, si supiera, finalmente (no te pongas celoso) llamó Julia, mohín, hoyuelo, alegre aletear de libres palomas, como si nada importara. Lo increíble caro amico, es que todas están conmigo. Y es que precisamente Julia me preguntó, ¿para qué la innombrable, qué es eso de incluirla en nuestros juegos? Ya suficientes problemas tuvimos con la última poeta que un día nos llevó, Ylonka Armando, ¿recuerdas? Nos vimos obligados a mudar la tertulia de los domingos para salir de sus incomprensibles, incluso para ella, discursos.

Por otro lado, es bueno que sepas, me lo dijo Olga, que ese título no se le ocurrió a él, fue la innombrable quien se lo «sugirió». Siempre serás el mismo, no quieres creer lo obvio, no deseas enfrentar a gente como ella. Pero entiéndelo de una vez por todas, ella lo manipula e intenta manipularte. Así es, con vocecita de niña mimada que no rompe ni un plato, con su carita de querubín, ella es la artífice de nuestra enemistad: la del que te dije y mía. Si no nos andamos con cuidado lo será de la tuya y mía, por lo que creo que debemos tomar nuestras precauciones, a partir de hoy. Si es que logro que me entiendas. No hagas ese gesto, te conozco y veo la incertidumbre, sé que estoy quebrando tu resistencia a ver la realidad monda lironda.

Es tiempo de que lo sepas, desde que el innombrable mayor la llevó a la tertulia, ella nos tiene jugando con sus reglas. No sé cómo nos durmió, pero lo cierto es que nos ha hecho jugar un juego paralelo al nuestro y ahora pretende echar su última carta. Te preguntarás, qué gana ella en todo esto. Creo que sus motivos se relacionan con un obcecado instinto manipulador, un absurdo sentido de vanidad femenina.

No quiero que se salga con la suya. Pero, voy a renunciar a mi parte en el proyecto. Lamento mucho comunicarte mi decisión de abandonar el barco, previo al naufragio. Te aconsejo hacer lo mismo, es la única forma que tenemos de evitar que triunfe. Sé que él estará feliz al enterarse de mi abandono. Debes recordar que hace una semana trataron de predisponerte y ganarte a su favor. Querían hacer causa común en mi contra. Divide y vencerás. Todo esto me abruma. No sé si fue teatro, puro teatro, cuando al presentar mis textos para la selección dijo que eran muy auténticos. Dijo auténticos, no originales. No sé hasta dónde fue verdad o capricho lo expresado en aquel encuentro, lo que hace un cristiano para que un moro quede mal parado. Alabar mis textos más allá de lo prudente es una forma de burla, y la búsqueda de un pretexto para separarnos.

No sé qué se propone, lo juro. Pero tengo una vocación de espera, y él más que nadie lo sabe, ya saldrán a flote sus verdaderas intenciones, su vanidad de macho seguro de sí mismo lo traicionará. Creo que desde este momento vagaremos por rumbos contrarios, gobernados por impulsos, deseos y dudas, muchas dudas, pero ninguno de los dos se planteará regresar. Fuimos, no sé si volveremos a ser, buenos amigos. Ninguna forma de amistad es posible sin una cierta dosis de antagonismo. Pero hay que saber procesar ese antagonismo. Ese es nuestro secreto, el tuyo y mío, nos reconocemos como enemigos cordiales, sabemos en qué momento debemos parar. El no, las cosas son o blancas o negras, no hay términos medios posibles. Si no te ajustas a sus caprichos, eres dudoso, poco confiable. Así piensa él, y ése es el principal motivo de que una relación de long time termine de esta ridícula y cursi manera. Es asqueante y me ha dolido, te juro que me ha dolido mucho descubrirlo tan tarde. Pero a la larga se quedará solo, tiene un temperamento insoportable. Nunca había visto a una persona burlarse de otra con la tranquilidad con que él lo hace, sangre de maco, sí. Sarcasmo andante, burlador parlanchín. Te sorprenderás de lo mucho que lo conozco. Él, la innombrable y yo, esta trilogía que tanto éxito tuvo en su momento. Estoy seguro que ella ha contado nuestra historia secreta a su manera, y como siempre seré el malo de la película, por ése mi estilo de decir las cosas sin tapujos.

Total, no me importa. Siempre ha de haber un malo en las malas películas. Ahora, lo que sí lamento es perder un cómplice como él. Sofía, que por increíble que te parezca, está conmigo, Olga y Julia también lo lamentan. Lamentan haberlo perdido, les duele renunciar a él, y a ti, si no logro convencerte. No te exaltes. Sabes que soy sincero. Nunca podrás saber cuan voluble es el espíritu de una mujer. Lamento este final cucarachoso en donde ellas y yo (probablemente tú también), terminemos yéndonos juntos. Son féminas, entiéndelo, en este momento soy su heraldo ante ti, que no han nacido para débiles de voluntad y pobres de espíritu. Se irán conmigo porque mantengo viva la llama del fuego que nos unió. Llama que el agua del que te dije y la innombrable no apagarán.

De nuestra caprichosa y fértil sociedad tu presencia fue la más sana y distante, probablemente sana por lo distante, todos te observábamos y sabíamos con antelación las seis o siete frases que aportarías a la discusión. Tus puntos de vista no variaban en nada el destino, pero siempre te sentías comprometido a opinar con generosidad, con benevolencia. No sabes hasta dónde tu actitud me resultaba útil, me daba las fuerzas necesarias para expresar todas esas ideas que fluían de mi cerebro, ese torbellino de razonamientos que él retomaba para demostrar que estaban preñados de no sé que suerte de arbitrariedades y contradicciones que sólo él, gurú de gurúes, podía ver. Nunca entendió que, más que molestarme u ofenderme, sus juicios, siempre irónicos, contribuyeron a darle sentido a las reuniones.

Las opiniones encontradas obran en mí como un resorte que me impulsa a perfeccionar mis ideas y devolverlas elaboradas, matizadas y llenas de una riqueza conceptual sin parangón. Para mí, nuestros enfrentamientos estaban por encima de endebles posiciones personales, aún a pesar de su irritante modo de sonreír y sus gestos de quien se cree tener siempre la razón. El que te dije, tú y yo éramos un equipo. La innombrable, un manager soterrado, secreto e invisible.

Eres mi amigo de long time, mi amistad sigue igual, si así lo deseas. De él sólo conservo el recuerdo de algo que una vez fue y ya no más… No sé cómo… Hay cosas que es mejor callar, así como él calló ese matrimonio, que prefirió hacer en el más absoluto secreto. Lo que no sabe es que me lo debe a mí. Ella, ahora su flamante esposa, su adoración, la niña de sus ojos, me consultó su propuesta de matrimonio, y el sí que los unió, lo acordamos -ella y yo- en el mejor altar, donde la lluvia vespertina es un caro concierto para una mujer que sabe lo que es el amor y conoce el irrenunciable sabor de otro fuego, y para más claridad, el mío. Es pues la hora, caro amico, de que hables, de que plantees tu posición, de antemano te advierto que tus seis o siete frases no te ayudarán.