Raíces Con Dos Comienzos Y Un Final

cuando tenga la tierra
la tendrán los que luchan
d. toro/ a. petrocelli y mercedes sosa
Contenido

primer comienzo
esta cosecha espera
una parcela
tierra adentro
un himno
tingó
otro himno
amigo
una raíz
abuela
un cuento
jornalero

segundo comienzo
cantemos
desde la vida
otra raíz
un pueblo
una canción
ascensos
otra canción
nostalgia
otro cuento
cristiandad
una historia
progreso
otra historia
muchacha
no te perdí

y un final
sin final

una parcela
porción de hombres girando por los arcos
tangentes y secantes de los días
tras la caza fatigante y estrujada
de unocincuenta y un dolor de cabeza
en todo el cuerpo

tingó
que mil manos se levanten
y extraigan de los ovarios de la tierra
la cosecha madura de una tierra propia
y repartida por los hijos de los hijos

abuela
cientoscuarentitantas arrugas
cinco hijos muertos
mil lágrimas derramadas
cada noviembre
una herencia oscura
y dos nietos con puñales
cinco metros de tierra de por medio
esperando al notario
y una acta de defunción

amigo
te lo debía sanguilla y te lo pago
nunca haré tu poema ni hace falta
cada vez que alguien te nombre
aún por tu nombre o te recuerde
-flaco del carajo jodedor y buenagente-
desangrará la espita de la rabia
para abatir la noche uniformada
que te secó la risa con su ráfaga

otra raíz
cada hoja (en gerundio)
cambió sus vestidos
cada guardia (en calzoncillos sobre las hojas)
ha ido fornicando niñas en los rincones de la tarde
cada niña (en presente histórico) una mujer
con un recuerdo del guardia que se fue

un pueblo
mildoscientostantos
metros sobre el nivel del mar
ochocientos reclutas
noventa putas
cuarenta prostitutas
tres adulones
y un síndico

una historia
sé que aprendiste la lección de amar
a oscuras con el soldado de paso
y que el lecho ya marchito
mil vacas lo habrán rumiado

muchacha
a mí me amañó el tiempo
a ti te fecundaron a escondidas
para dejarte encinta
con una flor sin nombre en los ovarios

no te perdí
porque no te encontré en la bruma clara
de mis tardes entre las coles
y eso que me enristré a tus sueños
surqué tus palideces y tus mieles no te perdí
porque nunca se pierden las batallas
cuando hay odio engarzado en cada vena
porque nunca me encontraste entre tus cosas
en una de esas horas de fajina y zafarrancho
no nos perdimos por no pertenecernos
igual que estas calles que nos ofenden
con su hormigueo de camuflaje

sin final
en constanza
con la ira
y en la ira
de nuestra lucha