Lo Que Queda Después…

LA SECADORA, RD.- Decir, comentar, explicar la música que queda después, es tarea fácil cuando se tiene por dentro la tonada, el ritmo, los acordes precisos o no; pero la presencia de la misma es garantía de que: «después del palo dao, ni dios lo quita» o mejor, como dice Ángeles, «que me quiten lo bailao».

Analizar una relación de pareja, sea esta virtual (coño, que rica y de moda palabrita), o imaginaria o como a usted se le pegue la real gana es una labor de chupe usted y déjeme el cabo. Queda la música es una lectura fácil, y adictiva. Es como la seguidilla que da el romo, después del trago inicial y los primeros acordes de un bolero de Miltinnho o Gilberto Monroig. No hay quien te pare, y el alma y el cuerpo te piden chulerias, abrazos y expresiones mundanas.

Ya es proverbial en René, esa forma de escribir o destilar retazos de un ayer que se niega a irse, que no se desteta y tampoco termina de ponerse los pantalones largos. Él es dueño de una forma tan particular y práctica de llamar las cosas por su nombre «dejando que esa curiosidad de hablar en femenino nos haga más hembra o menos hembro». Revolotea entre líneas, se hace verbo y vuelve y remonta y se pierde entre diálogos ante ese espejo que todos poseemos y que nos esforzamos en no mostrar.

Hay algo más que música en ese texto, un querer dar a entender que tal vez el diablo no sabe por viejo sino por diablo y viceversa. El empeño de esta mujer, que bien pudo ser Petronila o Joaquina y no Fermina, de expresar con lujo de detalles sus más íntimos calores y sus hambres. La sed de recorrer las entrañas de su varón y pegarlo como estampita en lo más íntimo de su yo. ¿Sabes qué, René? Una mujer real, de carne y hueso, es mucho más compleja. Y pocas veces pecharás en el camino de la vida una Fermina, que sea capaz de dejarse sentir aœn entre vocablos, mutismos y voces que salen descontroladas. Ási alguna vez encuentras una Fermina en el mundo real, fuera de nuestros apetitos y fantasías volátiles y perecederas, me lo dejas saber, porque de ¡Ésta, amigo mío, estoy prendado, soldado y todo lo demás!

NEMIAS MELÉNDEZ, DUENDE MAYOR. Otoño del 2003.-