Si De Cronopios Se Trata… Quizá si / quizá No
mayo 9, 2015Delito
¿Qué cosa podríamos esperar de unos cronopios? El junte. La complicidad. El acto mangrino y fabulador de conspirar con alevosía y premeditación contra el himen -o contra el crimen- oficial del anonimato. En ocasiones, los cronopios se rebelan contra el orden establecido.
Ficha
Don Ramón Rodríguez Soriano, oriundo destacado de una de las montañas de Constanza y don René Tejada Holguín, del viaducto francomacorisano, transitan con un solo burro por el sacratísimo y misógino río de la literatura vernácula, logrando por esto ser de los pocos “honrados gallardamente por la ausencia” de una “crítica (¿?), criticada hasta el desgaste. Y lo logran, a regañadientes del burro que los soporta.
Antecedentes
En la antigüedad el crítico -no el poeta, como se cree- era el bufón del Rey y su comparsa. Hoy dista poco su papel sanitario en la sociedad, si lo comparamos con el de entonces. Más bien sus funciones, a orillas del poder, se han acrecentado. Que es lo mismo decir que “se han sentado acremente junto al poder… “y cuidao”, hoy, pues, no sólo baila, canta, actúa, sino que excluye, mima, apadrina, borra, pontifica y, hasta hace de las suyas en los certámenes que, regularmente son festines de la obediencia. ¡Como no, los veredictos madrugantes de la confraternidad y el cundanguismo! Su papel es el de la estelaridad, que su bochorno es un premio a la paciencia, su exclusión un reconocimiento a la tolerancia, y cada uno de sus elogios, una afrenta ante el futuro.
Observaciones
Pero, parémonos, tan sólo por un tantito, please. En un semáforo. Saquemos de la tal categorización -¡qué palabra de alcurnia!- al que ejerce “la crítica” -no a los “cronistas”, que por su laya y su muchedumbre, nuestra cultura periódica apesta-, “al oficiante serio del criterio”, al que ve con asomo de duda y asombro, todo acto de verdadera y desvelada creación, y vela con su sino el advenimiento de la esperada “originalidad”, destacando -si es el caso-, con una linternita parda y marinera, la asunción de las tardías, pero siempre aceptables influencias.
A confesión de parte…
Quiero decir, para continuar, que estas notas no pretenden hacer “un tratado vital para ser bufón del Rey”, y mucho menos para dejar de serlo. Se sabe que, estas notas no pretenden erigirse para el cuidado de los lectores en “un muro de contención contra pájaros trasnochados y lambones libadores”, ¡no, qué va! Lo que he querido decir, y ya lo digo, es que la aventura intelectual que ha supuesto para sus autores Probablemente es virgen, todavía, se ha traspuesto en desventura intelectiva para la crítica; de otro modo, no concebimos el silencio sumido, y/o la indiferencia asumida por algunos de sus oficiantes nacionales.
Pruebas
Descartamos que sea asunto de “carencia cualitativa”, quizás de “carencia caritativa”, porque es bien conocida la haraganería y petulancia con que sus autores se niegan a patrocinar payolas, premios, viajes y butifarra. Y es de todos sabido, el orgullo que muestran cuando públicamente se les destaca ausentes en partidos, clanes callejeros, conjuras intelectuales y talleres literarios. Lo que Ramón Tejada Soriano y René Rodríguez Holguín han empezado es sólo, “señoras y señores”, una guerra propuesta por la imaginación ante la mediocridad. Un acuerdo de dos cronopios hechizados, en busca del deleite prometido por el divertido juego de la literatura. Un juego hasta hoy estirado hasta la rotura y hasta la ruptura de las normas genéricas denominadas por Aristóteles.
Los compinches y su cómplice
René y Ramón -los dos “R” de este cuento- cuentan un cuento que es sólo un largo poema cortazariano. Un ejercicio solapado de la crítica transformado hermosamente en narración, poesía y compinche acom-pasado.
Caso
Probablemente es virgen, todavía no es una declaración de independencia, nacimiento, o defunción sesquicentenaria, es, sí, la declaración de su presencia y continuidad en el oficio.
El que esconde la mano…
Resta ahora “a la crítica”, sumar a su “molote”, el atrevimiento de estos dos, que si algún delito han cometido, ha sido el aparecer -corbata, traje y muchacha en mano- juntos en un volumen.
Adrián Javier, escritor dominicano. Premio Nacional de Poesía. (La Noticia 26 de marzo 1994. Santo Domingo, RD)
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