Rodríguez Soriano Y La Poesía ‘Publicitante’

Pedro Pablo Fernández y René Rodríguez Soriano tienen en común espacios de vida cotidiana condimentados con slogan que desembocan en poesía. De Pedro Pablo hice ya cierta nota en el suplemento “Coloquio”, otrora voz cultural de una parte de la mejor prensa nacional. De Rene tengo a mano su libro Muestra gratis, cuya portada nos invita al uso de Urbadán de 20 miligramos, a la vez que nos facilita el “prospecto” sobre esta especie de estimulante literario con propaganda de somnífero. El prospecto lo firma J. F Armando Amparo en el se dice que Rodríguez Soriano acaba de perder con Muestra gratis “sus últimas hojas de campesino de Constanza”.

Si la literatura es sorpresa, este libro tiene las características de lo insólito. Se lee para perseguir los lugares comunes transformados en valores estéticos. Rodríguez Soriano es cuentista, buen narrador, y poeta con profundos caminos de cotidianidad caricaturizada. Su tono poético es poco común: evoca algunos poemas, algo de Luis Manuel Ledesma –ese fantasma literario capaz de convertir la burocracia en flor-, y al propio Pedro Pablo, domesticador de creatividades” partiendo del modo de hacer propaganda y publicidad.

Deseo poner atención en esta parte de la poesía dominicana actual. Para llegar a la zona del decir cotidiano, matando incluso mucho idioma, Rodríguez Soriano penetra el mundo punk, el universo pop, el burladero hippie, el a veces mostrenco espacio de la vida “discada”, en la que melodías de época y pantalones jean se entremezclan previendo un universo de secretarias y carmines, un océano de madrugadas en donde el transito veloz, y los semáforos son parte del consejo de la propia vida.

Muestra gratis es un calido libro de poemas que puede ser conseguido gratis si usted es amigo del poeta. Si así resulta, podrá ver que Rodríguez Soriano se aferra de la cotidianidad burocrática y burguesa, la que canta despedazando, como queriendo eliminarla y vivirla plenamente. Se trata de una poesía para matar, asesinar el tiempo en la que a veces aparecen recursos albertianos y vallejianos:

hoy el jueves tiene calcetines blancos
sale solo y despejado
brea
pólvora
y miel almacena en su armadura
un martillo
semillitas
y un pincel la sonrisa del puño
y en el cristal de la voz una malapalabra aguda
rispida en claveles
tosca y cárdena heredad
para embarrar las esquinas del tiempo
y la oficina

En esta poesía se percibe el síndrome televisivo, el texto pretendidamente hecho para vender, la forma “publicitante”, efervescente, el ofertorio del objeto poético envuelto en celofán de anuncios y fórmulas de anunciantes. Mas atento al mundo del modelo publicitario, se hace hincapié en el cuadro poético que revelara la conformación del momento álgido de los años setenta, con sus motos, su Leonardo Favio, con las películas de Avalon, y las chicas sin maquillajes, siempre al borde de la telenovela…Rodríguez Soriano entra en muchas ocasiones en los laberintos del surrealismo, al inventar palabras y fonéticas, violenta el lenguaje adrede. Hay sabor de anuncio clasificado, de venta al destajo, en muchos poemas.

vendo

«Esta cara de mártir barato.
Livio Ramírez

mis ojeras sin lunas mis trasnoches una felpa sin uso
un gotero un afiche del ché dos de Travolta un tubo
con dos panqueadas solas y mi nombre mi trajebaño vendo
mi cenicero sucio mis lecturas mis jingles mas dulzones
mis negocios un stereo un sorbete
de lucho dos cassettes mi jazz and rock
y un álbum con rayones de los beatles
mis mas caros anhelos usadas dos navajas tres alfileres
cojos dos y uno roto casi nuevo el tercero los otros no
un montón de poemas sin manchas vendo
alquilo empeño leche cortada y pan recién ordeñado
del horno que no vendo porque no enfría
a prueba de agua golpes de estado natural vendo una radio
una linterna gris y dos visiones de neruda
confieso que he vivido y tres crepúsculos con mis anotaciones
mi estulticia toda está en subasta
llame enseguida o cambie de canal

Palabras con las que el papel transforma en poesía el vil anuncio de las páginas de clasificados.

Hay que poner atención en este tipo de manifestación poética porque se está produciendo desde un territorio azul en donde viven las computadoras, bostezan los screen, los chips, el return y los degradantes anuncios que pueblan el mal gusto. De este mundo atrapado de la demanda, emerge una buena poesía. A veces los versos de René me recuerdan un poco los aprestos pluralistas, lo veo navegando en las corrientes de una literatura viva en la que entran como parte de lo poético marcas de televisores, filmlets, pantalones wash and wear, y “spots orgásmicos”.

Los vasos comunicantes en Rodríguez Soriano y poetas como Pedro Pablo Fernández, Alexander Gómez, Luis Manuel Ledesma y otros, permiten hablar de una poesía fílmica, visual, transgresora, una poesía con espíritu de medio de comunicación que se critica a sí mismo y que se transforma en mensaje. Si el medio es el mensaje, como dijera Mac Luhan, la poesía en la mano de Rodríguez Soriano se transforma en medio. Me gustaría un día transitar con más calma por ese territorio en el que lo “publicitante” transformado en amasijo poético sirve para confirmar que cualquier materia prima puede ser transformada en arte. Todo es cuestión de encontrar la voz estética, los megahertz en los cuales pueda vibrar este tipo de creación. Es cuestión de amplitud modulada, o la realidad o la metáfora.

MARCIO VELOZ MAGGIOLO, Premio Nacional de Literatura. (Al Correr de los Días. El Siglo, 26 de octubre 1991. Santo Domingo, RD)