La Otra Orilla

La vida transcurre en la otra orilla, y ella, la otra orilla -un ser andrógino, sin contornos- está tan lejos y difusa como la esencia de lo que fuimos -o creímos ser.

En la resolana de ese horizonte que es el de lo inalcanzable, agonizan y se vaporizan los peces en la calcinante arena, mientras, complacidos, arriban a nuevas erecciones los pescadores. ¿En ésta o en la otra orilla?

El diablo sabe por diablo, de René Rodríguez Soriano, es una elegía aa la otra orilla. Aquí pueden estar las claves, o parte de ellas, para entender por qué nuestro proyecto de ser es un orgasmo trunco.

A puro tesón , y a despecho de las rechiflas y los halagos, René ha edificado un narrativa que yuxtapone trozos de realidad para darnos un vitral donde cobran vida y vigencia eros y tánatos, el paraíso: Adán y Eva en pos de la despensa de las manzanas, el Supremo firmando el decreto que instituye el destierro y el desarraigo, seres que huyen de sus geografías con el cielo a cuestas para rediseñarlo, pero el cielo no es como la masilla, y por eso el paraíso es el mismo en San José del Puerto o en Tel Aviv.

Nada hay que no sea un regreso, un pisar nuestras huellas. Y no lo habrá. Nos lo reitera Gené en El diablo sabe por diablo, después de constatar que más allá de la otra orilla se debate en dudas la nada, virgen y desnuda.

JOSÉ GALVÁN, ESCRITOR. Santo Domingo, 1998.