El Libro Del Momento
mayo 12, 2015SANTO DOMINGO, DN.- Tal y como lo anunciamos algunas semanas atrás, ha provocado una oleada de comentarios diversos, constituyéndose en un acontecimiento literario, la publicación del tercer poemario de René Rodríguez Soriano titulado Canciones rosa para una niña gris metal.
La historia del libro es simple.
René es publicista. (En nuestro medio, la agencia publicitaria sirve de modus vivendi de buenos y malos poetas, que no podrían vivir decentemente sino es bajo la férula del 17.5 por ciento del ingreso por una campaña, un jingle o un spot televisivo, o del tiempo malgastado -aunque más o menos bien retribuido- en la elaboración de un layout, de un story line o de su labor como Director Creativo.
Pues bien. En los archivos muertos de una agencia de publicidad, René encontró las grises fotografías que adornan hoy su libro, viejas imágenes de un ayer romántico, donde el daguerrotipo congeló las miradas y las tiernas figuras de doncellas primorosas, ingenuas y de alcurnia. A ellas quiso René ofrecerles sus “canciones”, respondiendo en franca y abierta rebelión poética a esos bolerillos cursis que tantos corazones aunaron en formal presencia ante el juez o el altar.
René golpea esas canciones con su cincel de poeta nuevo, vigoroso, incendiario, y a pesar de ello o con ello, candoroso y tierno.
Lo que resulta es ciertamente digno del aprecio. Yo tengo mucha estimación y simpatía por la labor poética de René, quizás porque cuadra con mi concepción de que cuando se rompan moldes y se pongan en jaque ciertas posturas literarias añejas, se deben ejecutar con calidad, con dominio del oficio y con énfasis creativo que denote acción niveladora del acto de escribir.
Y René se convierte en novedoso estratega de esta nueva visión del poetizar, conjugando calidad con destreza, originalidad con sapiencia, virtuosismo con nivelación cultural.
Raíces con dos comienzos y un final (1977) y Textos destetados a destiempo con sabor de tiempo y de canción (1979), fueron sus demostraciones primeras. A la tercera es la vencida, porque estas Canciones rosa para una niña gris metal (tiene predilección de publicista por los “head lines” de amplio espectro), sin alcanzar aún con ellas su consagración, son ya su licencia hacia una posición de especial consideración dentro del quehacer literario nacional.
JOSÉ RAFAEL LANTIGUA, Premio Nacional de Ensayo. (Biblioteca. El Nuevo Diario, 17 de setiembre 1983)
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