Canciones Rosa…

SANTO DOMINGO, DN.- René Rodríguez Soriano, un amateur de la poesía que desborda en cada verso profesionalidad ilimitada, un subversivo de las formas y por tanto del fondo, puso en circulación en estos días su tercer libro.

Y como subversivo de las formas, y por tanto del fondo, la presentación de su libro fue un cambio de rutina para este tipo de evento. Sí, estaban muchos de los mismos viciosos de las letras de siempre, pero esta vez la reunión no fue para oír la sucesión de comentarios lisonjeros que, más que a la obra y al oficio y sus aportes, destacan y ensalsan al individuo.

Fotos antiguas, canciones de los cuarenta y los cincuenta, comentarios y lectura de los textos por parte del autor, fueron acompañados por diapositivas para exponer las motivaciones y los ambientes en que Rodríguez Soriano bebió para refrescarnos con Canciones rosa para una niña gris metal, su obra más última publicada.

Además de su propio valor, Canciones rosa para una niña gris metal tiene otro sentido auspicioso: se nos ofrece como “el primer volumen de la colección …Y punto!, con lo que el Colectivo …Y punto! Se compromete a trascender al libro impreso -con todas sus implicaciones técnicas y temáticas- un quehacer muy bien invertido en talleres, lectura, conversatorios y su Nosdalaganario, un boletín que presume de revista literaria.

25 letras del alfabeto multiplicadas por versos que se encabritan ante una candidez y una ternura cuestionables y cuestionadas. 25 poemas, 25 textos no tan destetados conforman una edición sobria, elegante y hermosa. Por las ilustraciones que la ambienta, la selección tipográfica, el material elegido y la impresión. El dúo tono (negro amarillo) logra unos matices pastel que ambienta con acierto el contenido poético.

Canciones rosa… es René inquiridor de la palabra y su escritura. Gris metal es el ángulo, la perspectiva desde la que el autor se renueva en ese humor ácido con que asume y combate lo trivial, la banalidad. Para una niña, y René Rodríguez Soriano se encuentra con esa sensualidad que los inquilinos del trópico emanamos hasta por los poros.

Canciones rosa para una niña gris metal, es un salto cualitativo en la labor del poeta, donde el grito trasciende a la consigna y el oficiante ensancha horizontes, a fuerza de atropellar la primavera con hojas de garabateados cuadernos, y emborrachar voces, a golpes de aprovechar la vista gorda de las monjas y rasgar en dos -y mucho más- la sintaxis que vibra en los cuerpos, en tu cuerpo. La harina y su masa van tomando cuerpo y el compromiso del joven y valioso vate adquiere nuevas dimensiones.

Raíces con dos comienzos y un final (1977) y Textos destetados a destiempo con sabor de tiempo y de canción (1979), completan la tríada literaria del joven poeta, oriundo de Constanza, pero que para desde hace un tiempo por estos lados.

NELSON MARTE, PERIODISTA. (El Nuevo Diario, 15 de setiembre 1983)