Canciones Escritas Para Fotografías De Otros Tiempos

SANTO DOMINGO, DN.- El libro donde mamá copiaba los poemas que le gustaban, había sido impreso con columnas para contabilidad. En vez de la frialdad de los números que arrojan los resultados de tanto engaño y tanta explotación, mamá colocó mariposas aladas, amores que se van, botones de rosas que producen la emoción del amor nuevo, el murmullo de las aguas cristalinas que salen del suelo como brota una canción, cielos estrellados, puños crispados… ¡Esa mamá! El álbum de Miriam ya era otra cosa. Tenía poemas, pero de otro corte. Tenía imágenes, pero eran dibujos originales. Hoy, debo hablar del libro donde mamá copiaba los poemas que le gustaban. Ese libro tenía tarjetas postales con fotos de mujeres, de niñas, de paisajes, de flores. Y me gusta revisar ese libro donde mamá copiaba los poemas que le gustaban… Me gusta. Sí, definitivamente, me gusta. Me gusta porque pienso que la mancha que aparece donde el poeta grita su amor y brinda un pétalo de la rosa que ella marchitó en un libro, es una lágrima de mamá eternizada en el papel. Me gusta ese álbum. Me gusta porque imagino, sueño, pienso… pero también me gusta intentar el rompecabezas mental de ¿y ésta postal por que… y aquella otra? Y, a veces busco el tiempo para revisar el álbum de fotografías… ¡Qué bien… cómo eran las cosas entonces! Imagino… no… ¡qué va! Sueño. Me pongo a ver la gente como si tuviera movimiento, como si me permitieran estar en una ventana mirando la vida como era entonces. Veo que aquel mechón de pelo caído sobre la frente tiene vida, pienso que la foto se tomó después de un beso, de un abrazo, de un “te quiero”, de un “vamos a guardar este recuerdo”. Y escucho a los Matamoros cantando la tragedia del Castillo del Morro y Libertad Lamarque llevando el canto del arrabal de la gran ciudad al corazón de los que sufren por el amor que se fue… Esa ventana en la que me dejan estar cuando abro el álbum de poemas de mamá me revela muchos secretos. Después de ver algunas fotos, recientemente, fue cuando comprendí de dónde salió aquel aire musical que dice: rayo de luz que se esfumó… y de pronto me resultó fácil comprender el por que el maestro Salvador Sturla quería ir “en una góndola blanca” a llevar “esta sutil serenata de amor” Y por eso entiendo a René Rodríguez Soriano cuando en Canciones rosa para una niña gris metal escribe “A b ces y hoy es un día de esos brujo diría la gente la ple amar de tus ojos inventa vientos navegables…

BONAPARTE GAUTREAUX PRIÑEYRO, Premio Nacional de Novela, RD. (El Nacional de ¡Ahora!. 30 de octubre de 1983)