Historia Sin Historia

Historia sin historia

Una sola es la historia y el gusano y el patrón harán su fiesta juntos

Un lagarto que corre, se come dos o tres gusanos, y muere una tarde cuando fuman las viejas. Cuenta una historia. Un hombre que corre, y corre perseguido, para morir luego, a cualquier hora cuando lloran sus hijos y otros hijos de otros hombres, otra historia. Un policía que corre y corre, persiguiendo, para morir luego, unos minutos después que el otro, y lo lloran los mismos que lloraron al otro, la misma historia. Un trabajador que trabaja su trabajo y, aunque pasa mucho trabajo, pierde luego el trabajo, funda otra historia. Un estudiante que estudia sus estudios, confundido en sus confesas confusiones sin inferir la diferencia entre la fe y la felonía, finge otra historia. Un prestamista que se presta a descompuestas componendas, tinta en sangre las puertas de los bancos con la esperanza de lavar su purgatorio, canjea la historia.
Un canillita que informa y desinforma las aceras con su canto relativamente actualizado y casi fiambre, casi otra historia. Un patrón que con su diezmo diezma y pinta los pasteles desteñidos de un jornal que nunca alcanza, vaya a ver quién desafina los botines que se calza algún idiota, por los hijos de los hijos de los otros, y su esposa sabe bien que no lo es, otra historia.  Un funcionario que funcione en su función, funcionando la fuñenda del muñón y desfonde los fondos del Estado en la efusión de su alcoba secreta con acento y sin acento, secretaria y en secreto con la otra que es igual, otra historia. Un médico que cure lo que no tiene cura. Tenga una clínica, unas cuantas igualas, otros tantos empleos y no cure la ceguera de un cegato indignatario, porque no estaba viendo bien en su invisible visión, vislumbra otra historia.
Un sacerdote que oficie su oficio con canon y cañón y guarde y coja los domingos colectiva es la oración que se apuntala entre la finca y el lagar y su feudo sea otro feudo dentro de la más fiel y fidedigna fidelidad, perfila y crea otra historia. Un maestro que magistralmente se haga profesor sin profesarlo y no confunda el magisterio con el mingitorio, calculando plusvalías, cinco días antes del treinta, es otra historia y otra y otra, igual.
Una sola es la historia y el gusano y el patrón harán su fiesta juntos. Lo mismo el ciego, el monseñor y el petulante saltimbanqui de la esquina. La misma historia, la del funcionario que funciona por la historia; la que voceará el canillita con el barniz de la edición que, aunque finalmente no cuente nada, es histórica.

Sabado 5 de febrero del 2005 actualizado el viernes 4 de febrero del 2005 El Caribe