Falso Piso

Falso piso

Me gustan las canciones y los barcos; los buses y las fresas y besar ojos abiertos, desnudos, sin sombrero..

Se escribe con un pez ciego entre los dedos, con un pulpo haciendo cientos de señales de la cruz. Todos los carros van alguna vez camino del infierno, todos los gallos desafinan la sombra con el pincel de su canto. Me gusta la flauta dulce, de caña, la flauta india que tuerce sin romper el viento contorneando su cintura entre los hilos del aire. Me gustan las tubas, los cornos franceses, las maracas. Me gustan los tomates maduros, y levantarme las mañanas grises y mirar que sale o no sale el sol.
Me gustaba la guitarra de Homerito despertando a mis hermanas que, de niño, me levantaban bien temprano y con rocío para la misa de domingo. Más que los sermones y las homilías, me tranquilizaba convincente un buen helado de ciruelas o de fresa. Aunque los como, no soy muy amigo de los melones cantaloupes. Soy débil por las mandarinas, sus gajos como labios finos, deseantes, deseados. Me gustan los limones, las limas. Soy loco con las guamas, los caimitos manchosos, las ginas, los pomos, las granadas -o grosellas que amargan cuando muerdo la telita que separa semilla de semilla-. Me gustan las canciones y los barcos; los buses y las fresas y besar ojos abiertos, desnudos, sin sombrero.
Apenas hace un rato se me antojó caminar a orillas del lago, vi una luz pequeña bañarse aguas adentro en lo más profundo. El más grande de los patos les secreteaba travesuras a las patas, un patito amarillo, pequeñito y con plumas que se confundían o aparentaban la pelambre de un gato feo, nadada y no nadaba en la orilla. El mariachi sacaba niños de su auto como un mago saca conejos del sombrero. Casi todos duermen y en el fondo del lago otras luces, casi imperceptibles sobreviven o se ahogan. Papá me dijo alguna vez que las mujeres y las patas son al agua y a la luz como la noche al manto, o a la inversa.
Yo no escribo, yo pinto. Trato de describir o desdecir lo que no puedo apuntalar con mi decir en este espacio que desborda el vacío. Yo no cuento, yo no canto; toco, pulso una lira sucia de escayolado pensar. Doto alas a las plumas de mi lengua y voy por los caminos del espanto perdido en los sinónimos del diccionario. No pregunto, cuestiono, no exijo, no reclamo, no grito, no imploro ni rezo ni deliro, nado como Adán cuando nada como ave ante la indiferencia de su Eva. Yo pulo, yo no limpio, yo no lavo, yo no arrugo, yo no plancho ni almidono, ni zurzo ni cuestiono ni espero respuestas. No tengo risa, no espero nada y lo tengo todo.

Viernes 31 de diciembre del 2004 El Caribe