El Síndrome Guillot II

El síndrome Guillot II

La industria farmacéutica, lanzará al mercado millones de profilácticos radiecitos de galena

Ya lo he dicho sin sonrojo. Me encanta nadar y respirar debajo del agua con los pulmones de los peces que no tienen pulmones y de los ahogados sin aliento; me gustan las sandías y las cajitas de coloretes vacías.

Más de una vez medí mis escasos metros de tierra húmeda, cuando trotando, a todo tren y al pelo, mi caballito melao, con sus dos manos al aire me lanzaba, con todo y mi radito de galena, sobre el pasto.

Pero este no es el caso, señores de la ciencia y la conciencia. Hablo de blacamanes y alacranes, conscientes o inconscientes vectores de este embrollo sindrómico, del que sólo nos salva la insolvencia, moral o económica. Igual da.

Y es que en la sala de espera, uno es un número que, sentado en un sillón sin brazos, verde menta, sólo espera su turno que se aleja. Y lee, si es que lee, entre líneas las revistas, tira la vista al ruedo a ver si se la pisan o si pesca.

Deja pasar y escucha capicúas las jugadas del frente. Alguien habla de la paz que es un papel sin letras, y otros confirman que la muerte cifra su imperio en siglas.

Tal vez en un respiro, entre el carroñeo de Eminem y Michael Jackson, la tele diga -de pasada-, que el más reciente informe de Vision World, destaca que sólo en Latinoamérica, en el año 2003, al menos, 100.000 personas murieron y otras 200.000 se contagiaron de sida.

En tanto, con tan poco tiempo, cambiándose sus mil y una pulcras batas blancas, el atildado heredero de las artes y las ciencias de (igual da el bueno que el malo de los blacamanes, que no han dejado de ser gente de bien aunque defiendan al demonio), tiene el tiempo contado para leer los panfletos que le hacen llegar -religiosa y puntualmente-, los fabricantes de medicamentos.

¿Será más edificante la lectura de los vademécum, que las grises y poco patrocinadas revistas científicas, donde habría de enfrentarse a planteamientos como los de Kary Mullis -Premio Nóbel de Química 1993-, Peter Duerfuerg y Ryke Geerd Hamer, poniendo en duda los procedimientos utilizados para determinar la existencia del VIH?

A quién que luzca en su consultorio sus bien posadas fotos junto a Priscila y sus Balas de Plata, Mike Tyson y el fenecido André el gigante, van a convencerlo de que, en breve, la poderosa industria farmacéutica, lanzará al mercado millones de profilácticos y atildados radiecitos de galena para curar el síndrome de aquel «miénteme más, que me hace tu maldad. feliz» de Olga Guillot.

Y qué más da, la vida es una mentira.

Sabado 11 de diciembre del 2004 El Caribe