Dominicanos En Ultramar: La Patria No Es Una Postal
mayo 12, 2015Dominicanos de ultramar: La patria no es una postal
Miami, FL.- Esa imagen borrosa del país del que un día salió su madre en busca de nuevos horizontes para él y sus hermanos, sigue gravitando en la memoria de David Cocco. Por ello, aunque siente que persisten las condiciones por las que cientos de dominicanos comenzaron a emigrar de su país desde el 1961, no descarta la posibilidad de retornar, y sentar reales en la amada tierra de sus progenitores.
David Cocco es ingeniero electrónico y de computación. Nació en Nueva York en el año 1971, su madre emigró desde República Dominicana después del ajusticiamiento de Trujillo. Desde el año 1979, cuando visitó el país por primera vez, mantiene un contacto muy estrecho con el país.
“Cumpliendo ese deseo de mi madre, de conocer el lugar de dónde veníamos, visité el país por primera vez en el 1979. Fue un choque tremendo, primero, me hacían falta las comodidades de la gran ciudad donde había vivido mis primeros años. No me acostumbraba a la falta de energía, de agua y el transporte. Dos hechos importantes me marcaron: corté caña en el Ingenio Consuelo y me tocó vivir la experiencia del paso del Huracán David”.
Volvió a Santo Domingo del 1982 hasta 1984, y terminó los estudios secundarios en el Colegio Adventista de Sonador Bonao. Regresó a Estados Unidos y se radicó en la Florida donde realizó estudios y especializaciones en electrónica y computación. En la actualidad mantiene relaciones comerciales con el país tanto en áreas de tecnología como en el campo deportivo.
Para él, las fallas en los sistemas educativos, de salud pública y de asistencia social, así como la falta de seguridad ciudadana y el progresivo deterioro de los servicios esenciales por los que atraviesa actualmente el país, serían las condicionantes principales por las que muchos de los dominicanos, que un día salieron en busca de mejor suerte, ven cada día más lejana la posibilidad de regresar al país.
No importa la ubicación social, económica, profesional o política de ese más de un millón de dominicanos que hoy conforman esa población flotante que, aún a distancia geográfica de su tierra, gracias a la fuente de divisas en que se han constituido, representan un soporte esencial para la estabilidad macroeconómica del país.
José Carvajal, periodista y escritor que llegó a Nueva York contando apenas 11 años de edad, también tiene un conocimiento de referencia sobre la tierra desde la que un día vino con toda su familia para comenzar una nueva vida en un país donde tuvieran más oportunidades, después de salir de la funesta tiranía trujillista que se perpetuó en el poder por más de treinta años.
“Siempre digo que nunca emigré de Dominicana. Cuando yo tenía 11 años mis padres decidieron que era lo mejor para mí y mis hermanos. De modo que por ser apenas unos “muchachos del carajo” jamás tuvimos la oportunidad de elegir”.
Carvajal, luego de desarrollar una importante carrera periodística y literaria en Nueva York y Rhode Island, reside en la Florida donde se ha desempeñado como editor para grandes cadenas noticiosas como UPI, Reuters, CBS, y Univisión, entre otras, visitó recientemente la República Dominicana y asegura que aunque se advierten algunos signos de orden en comparación con años anteriores, cree que “los dominicanos están comenzando a respetar las leyes, aunque todavía falta mucho por hacer. Sin embargo, la violencia es tema de preocupación, igual que los robos a mano armada”.
Igual parecer tiene Frank Acosta, quien, a diferencia de Cocco y Carvajal, no tuvo que esperar que nadie eligiera por él. Abandonó la República Dominicana en el 1967, al comprender que con lo poco que producían sus padres le era prácticamente imposible continuar sus estudios universitarios en el país. Se instaló en Mayagüez, Puerto Rico, pensando que, por la cercanía, le sería más fácil regresar. Allí, tuvo la oportunidad de estudiar, se graduó en Educación y Sicología, e inmediatamente consiguió una plaza de maestro en la misma Universidad.
“En 1980, ya con familia, cuando miré para el país, no me sentí cómodo con la situación política imperante. Por lo tanto, decidí cambiar de sitio y me mudé a Miami. Siempre he estado pendiente de la situación política de mi país, creyendo que surgirá un hombre bueno para darle un mejor rumbo a nuestro país, tanto en lo político, lo social y lo económico. Veo una inestabilidad y no veo a nadie con intenciones de echar para adelante los destinos de la nación. Tengo muchas dudas de que los que gobiernan en la actualidad tengan deseos o actitud para sacar el país del hoyo”.
Aunque confiesa que no pasa un día de su vida sin pensar en su barrio de Manganagua, en la parte occidental de la ciudad de Santo Domingo, no siente ganas de volver tras sus huellas. Eso sí, aspira para el país “un cambio político con un liderazgo que tenga metas que se puedan cumplir”.
Números e historia
En el 2005, la organización no gubernamental Quisqueya Foundation, en un informe dado a la publicidad en octubre, destacaba que la emigración dominicana en el mundo había aumentado, de 1,3 millones en el 2000, a 1,6 millones en el 2005.
De acuerdo con los datos del referido estudio, la mayoría de emigrantes dominicanos (1.347.210) se concentraban en Estados Unidos. Los restantes se repartían en Puerto Rico (91.632), España (78.028), Italia y Alemania (20.159). Así mismo, Panamá y Venezuela registraban una población de 29.384, y finalmente Canadá con 16.574 personas.
Este fenómeno, de la creciente emigración de los dominicanos a los Estados Unidos y otras naciones de América y Europa, ha sido motivo de estudio y análisis por organismos como la Oficina de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
En su Informe publicado en mayo del 2005, el PNUD destacaba como causa principal de la emigración de los dominicanos “la incapacidad de la dinámica económica, social e institucional interna de producir una vida digna a dominicanas y dominicanos”.
Esas y no otras fueron las razones que impulsaron al exitoso locutor noticioso y comercial Wadi Mansur Tactuk a venir un día con toda su familia e instalarse en Nueva York, sin importarles bajar su estatus en el escalafón social, realizando trabajos que nunca en su vida imaginó, después de haber sido la voz principal de Cadena de Noticias, HIJB y otras importantes estaciones de radio dominicanas.
“Fue difícil adaptarnos a la nueva vida en este país, comenzamos trabajando como conserjes en una tienda de comida rápida. Fue algo terrible, luego de tener una vida cómoda en mi país, adaptarme a una vida como ésta. Después, pasé a trabajar en una agencia de viajes. De ahí pasé a Super KQ como voz noticiosa, para cubrir la vacante que había dejado don Pedro Pérez Vargas. Me mantuve por 8 años siendo locutor de noticias para varias emisoras entre las que destacan “La X”, “Mega” y “Amor”. En 1999 pasé a “Noticia 1380”, que fue la primera emisora 24 horas de noticias en español en Estados Unidos”.
No sólo los hombres han tenido que abandonar su tierra para buscar nuevos horizontes de este lado del mar. Vivian Simó, doctora en Derecho se vio compelida a abandonar su posición y venir a comenzar en este país en 1997, aunque tuviera que bajar de estatus profesional, para poder darles a sus hijos “la oportunidad de estudiar en una escuela como la que yo había estudiado”.
Igual trayectoria había recorrido años antes Luisa Sánchez, quien, enviada por sus padres en 1973, huyendo de la inestabilidad política y económica por la que pasaba el país, vino a realizar estudios superiores en Miami. Formó familia, y se quedó a vivir en esta ciudad donde ha tenido la oportunidad de trabajar para importantes empresas multinacionales como Clark, y American Airlines, para la cual trabaja desde el 1994.
Para ella, como para los que han emigrado antes y después de ella, esa imagen borrosa de un país habitable, donde, como decían los viejos de antaño, “los perros se amarraban con longaniza” dista mucho de la realidad que es hoy la República Dominicana.
“Hacen falta más oportunidades para que los dominicanos y dominicanas puedan construir sus sueños junto a los suyos. No descarto la posibilidad de volver algún día, pero siento que los gobernantes necesitan invertir más en la mejoría de las condiciones de vida más elementales”.
José Carvajal considera que en las condiciones actuales en el país “lamentablemente no hay garantía de nada. La falta de electricidad y otros servicios básicos, además de las pocas garantías de la seguridad personal siguen siendo graves problemas que hay que resolver”.
Por otra parte, la queja de Wadi Mansur Tactuk es más directa y visceral: “El único cambio que creo que hubo en el país desde cuando salí es que hay muchos edificios altos, pero todavía veo con tristeza a mi país”.
Para él es indispensable que el Estado dominicano se aboque a un replanteamiento de sus políticas de planificación.
“¡Que se cambie el signo de marca que identifica a la mayoría de los políticos dominicanos, la corrupción! Y, sobre todo, la seguridad social que está muy pobre. Igual la debilidad de los servicios básicos”, concluye el comunicador social, convencido de que, de continuar las cosas por el mismo derrotero, la tenue imagen del país de gloria del que nos contaron nuestros abuelos, terminará difuminándose hasta extinguirse en la nada.
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