Decididamente Fuñón

Decididamente fuñón

Manuel Salvador Gautier me preguntó cómo iba la Biblioteca Dominicana-USA

Aunque casi nunca estoy de acuerdo con Grullón, casi siempre estoy de acuerdo con Grullón. No es una excepción a la regla que un buen pulpero devenga en excelente embajador o difusor de los más sanos intereses de una comunidad o una nación. Tampoco es de esperarse que al cónsul general de la República se le empelote el tiempo tratando de entender por dónde le entra el agua al coco. Mientras unos pasan largo tiempo atajando la chiva que otro ha de atrapar; otros, por  aquello de que la pedrada que está para un burro. dobla una esquina y le da, son mejores frentes jugando al dominó, de eso no cabe duda. Conocí a Grullón empecinado en plantar mies en el baldío. Desde el instante en que lo vi, envuelto cuerpo a cuerpo contra los desenfrenados molinos de la hipocresía y el desparpajo, me convencí de que estaba frente a un tipo decididamente fuñón. De esos que, mientras más aire han de «jalar», más convencidos están de que el mar no es más que una extensa porción de tierra improductiva, a la que hay que entrar machete en ristre. Abrirle el coco al más osado de los cacos. Como lo hizo, al convencer al cónsul general de ese entonces de que a la comunidad dominicana de Miami le caería bien tener una biblioteca que los pusiera en contacto con las letras y el pensamiento del país.
¡Vaya osadía la de este genio! De este lado del mar, con las calles llenas cada día de los más diversos y atrevidos diseños de autos, y  en la tele y en los malls la grasa saturada disfrazada de bistec, ¿a quién se le ocurre que la gente tenga tiempo y  mucho menos la intención  de averiguar si es cierto o no que los libros muerden? Claro, tantos temas puntuales, tantas obras en carpeta, tantas almas por salvar. Más fácil es crear mil y una, más dos, asociaciones caritativas, caritativas, caritativas, caritativas. en el fondo eso alimenta y da más cuerpo a la bachata y al relajo, estoy seguro. A trompicones limpios, casi mentando madres, burlado y anatematizado ¡por gruñón!, el tal Grullón se impuso y regateó hasta lograr su cometido. A principios de 2003, apelando a la sensibilidad de un grupo de escritores, pintores, y otros amigos de las letras dominicanas, logramos conseguir alrededor de cuatro mil volúmenes, y echamos a andar un hermoso proyecto alrededor de la biblioteca. Hace unos días, me encontré con el destacado novelista Manuel Salvador Gautier, y me preguntó cómo iba la Biblioteca Dominicana-USA. -Lamentablemente, ya no se usa, le contesté.

Sabado 19 de febrero del 2005 actualizado el viernes 18 de febrero del 2005 El Caribe