La Radio, La Cámara Lenta y La Memoria Creadora
mayo 11, 2015La poesía y la narración breve han sido, desde hace tiempo ya, los géneros predilectos de los escritores dominicanos.
Pese al nuevo auge del ensayo, y a la publicación de algunos títulos novelísticos de importancia, creemos que la narración breve seguirá siendo por mucho tiempo la predilecta, como ha sido hasta hoy, de gran parte de los autores jóvenes, especialmente, por una serie de razones de las que la existencia de una tradición contemporánea no es la única, aunque tampoco es la más importante. Existe, pensamos, una tendencia más generalizada a la síntesis y a la intensidad del relato que a la complejidad argumental y constructiva de la novela. El cuento y la novela corta se han mostrado, además, como más aptos para asimilar la introducción episódica de lo fantástico en lo cotidiano, al modo de Cortázar, que constituye para algunos autores su expresión más genuina.
Otro elemento a considerar es la peculiaridad del público dominicano, sin hábitos de lectura muy arraigados, y más propenso, pues, a interesarse en una breve narración que en un ensayo, por ejemplo.
A muchos autores se les hace más atractiva la pluralidad de perspectivas que admite un relato, donde, a diferencia del ensayista, el autor no tiene que identificarse con una postura concreta ni mantener su coherencia. La sociedad dominicana, finalmente, parece necesitada de relatos y arquetipos que le proporcione un fundamento espiritual, en el sentido en que una literatura asume el papel antiguamente otorgado a los mitos arcaicos. Es llamativa, sobre todo, la abundancia de ejemplos en que la literatura recientemente producida en la República Dominicana recrea el último decenio de la Era de Trujillo y los primeros después de la caída del dictador, normalmente una época en que los escritores vivían su adolescencia y primera juventud. Se trata de una indagación en la memoria, en sí creadora, buscando, más allá de la anécdota, las raíces de un modo de ser que es el nuestro, las claves, por decirlo así, de lo que es hoy por hoy la vida dominicana.
La radio y otros boleros
René Rodríguez Soriano nació en Constanza en 1950, y estudió Comunicación Social en la UASD. Combina la docencia universitaria y la creación literaria. Había publicado ya, antes de esta primera edición de La radio y otros boleros, de la Colección Orfeo de la Biblioteca Nacional, Canciones rosa para una niña gris metal (1983), Todos los juegos el juego (1986), Su nombre, Julia (1991), y dos libros en colaboración con Ramón Tejada Holguín: Probablemente es virgen, todavía (1993) y Blasfemia angelical (1995).
Se trata, ahora, de un texto donde, como afirma un comentarista, se “observa el impacto que el contorno autoritario y cerrado de un pequeño pueblo durante la era de Trujillo provoca en una familia acomodada”. Las modernas técnicas narrativas, como el cambio en el punto de vista del narrador, proporcionan al relato una pluridimensionalidad donde es posible, en un conjunto abierto, alternar las perspectivas espacio-tempo-reales, vagar de lo real a lo imaginario, esto último cifrado, normalmente en figuras femeninas como la de Josefina, algo o alguien con la Nadja de Bretón.
El paso y la recuperación de tiempo perdido se alude en citas musicales, al modo en que lo empezó a hacer Joyce en Ulises o en Finnegans Wake, o el dominicano Pedro Vergés en Sólo cenizas hallarás. En un caso u otro, las referencias al “Benefactor” o las escaramuzas en la Sierra Maestra, imponen la presencia de la memoria histórica, pero sólo para entremezclarla con la memoria mítica, y recomponer así una realidad integradora, más amplia que la historia, que la cotidianidad y que el mito, pero que los integra a todos, y es la interpretación de los hechos por la ordenación de los signos; esto es, la literatura como realidad humanizada, significativa, creadora de una coherencia que propone una solución, una inteligibilidad relativa al misterio de los enredos amorosos, las relaciones familiares, y las complicaciones personales o colectivas.
El recurso de la cámara lenta
La misma Colección Orfeo de la Biblioteca Nacional ha publicado, también recientemente, El recurso de la cámara lenta de Ramón Tejada Holguín, un autor, que, como hemos visto, ha publicado dos libros en colaboración con Rodríguez Soriano. También es autor de cuentos como Así llenamos nuestros espacios temporales (1986) y La verdadera historia de la mujer que era incapaz de amar (1987), ganador este último del Premio de cuentos de Casa de Teatro de ese año.
El texto ahora publicado data, en realidad, de 1989, y su materia prima no es un tiempo, como el tratado por Rodríguez Soriano, que ingresa ya en la historia contemporánea, sino la memoria cercada de una inacaba posmodernidad, vivida en un entorno social e histórico que todos conocemos, y con respecto al cual posiblemente sea imposible tomar la debida distancia desde el punto de vista del historiador o el ensayista, pero donde el narrador de creación nos introduce sin más. Y esto con imágenes de un detallismo con frecuencia proustiano, aunque sin el esteticismo consecuente del autor de En busca del tiempo perdido.
El relato, en realidad, sincopado, hasta el punto de deshacerse en varios relatos, revela, eso sí, siempre o casi siempre, un mismo estado de espíritu, una pereza, un desencanto isleño a tono, a veces, con cierta bohemia existencialista, pero con una especial “instalación en el hastío de la realidad”, y una necesidad consecuente de evadirse de ella como de algo que, en ningún caso, podemos cambiar, que está muy lejos del voluntarismo de algunas expresiones, por ejemplo, sartrianas, como aquella de que “lo que cuenta es el ataque absoluto”. La cultura o la sexualidad no son, en este contexto vivamente expuesto por el autor, más que dos evasiones más. Los espacios recorridos, desde New York a la Zona Colonial de Santo Domingo no son pues, otra cosa que escenarios de la fuga hacia la subjetividad en que consiste toda la obra.
Ramón Tejada Holguín nació en San Francisco de Macorís en 1961, y estudió sociología en la UASD. Además de la literatura se ha dedicado a la investigación de temas sociopolíticos, y pertenece al staff del Instituto de Estudios de Población y Desarrollo.
LAURA GIL, CRÍTICA DE ARTE. (Rumbo. Del 13 al 19 de noviembre de 1996. Santo Domingo, RD)
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