Y Lo Que Queda

Como si se complaciera en burlarse de su oficio, y en dudar hasta de sí mismo, René Rodríguez Soriano, desde su inicial Raíces con sus dos comienzos remotos y convergentes, hasta los Textos destetados, asiste a su definición permanente, en un afán por “no caer en la tentación y librarse del mal”, que induce a muchos a alzarse de espaldas a su pueblo, obnubilados por el relumbrón de las corrientes en boga y el reclamo de Europa o Norteamérica.

Y la burla comienza al dar nombre a este agrupamiento genéricamente distinto pero no distante: Textos destetados a destiempo con sabor de tiempo y de canción, que contrariamente a la definición ni se nos presentan a destiempo ni advertimos, en los mismos, precipitación alguna que señale el destete.

El rigor y el coraje con que aborda su oficio de escribiente -en gerundio-, igual que la ironía incisiva, la mordacidad, el desenfado y la alegría contagiosa, con que nos golpea el rostro desde su obra, insultándonos con sus rejuegos formales que va escupiendo en cada vuelta de página, nos auguran problemas.

Los Textos destetados a destiempo hay que buscarlos -no en estos, escritos al margen y tal vez en contra de su oficio-, diseminados en los medios de comunicación, donde aparecen sin firma y con los que se gana el pan con el sudor que las escrituras mandan. Aquí, los textos, dulces o amargos, como buen vino, son el producto de una paciente cosecha y un celoso envejecimiento.

GENEROSO LEDESMA, PERIODISTA. Santo Domingo, 1979.