Rodríguez Soriano y Tejada Holguín: O Los Manejos Del Misterio

El libro se titula Probablemente es virgen, todavía, y su título arranca desde las orillas de un primer cuento escrito a dúo por Rodríguez Soriano y Tejada Holguín, un duetto que canta con voz prima y voz segunda, sin que sepamos donde la voz prima es fundamental y cuando la segunda pasa a ser prima. En torno a la circularidad del chisme, el uso del chisme y la transformación del temperamento humano en un círculo de intelectuales para los cuales lo dicho por el otro o las otras conforman un verdadero laberinto de burdas realidades, ella, en un distanciamiento a veces mágico, podría seguir siendo virgen a pesar del motel y gracias la timidez de su acompañante. Vito es quizás el personaje fémina de este relato en el que los autores muestran una graciosa y nítida relación de estilos y temáticas que parecen entroncar con mundos mágicos futuros.

Desde este primer relato del libro, sabemos que la temática fundamental del mismo habrá de girar sobre el sexo, la magia, y la fusión y confusión de los personajes. Dividida en tres partes sin estar divida, la obra comienza en este cuento conjunto, una especie de cadáver florido, de relato troceado por un argumento también cercenado adrede, para luego caer en los relatos individuales que son, sin lugar a dudas, para leerse con harto detenimiento, puesto que algunos, como lo es el titulado por Tejada Holguín «Así llenamos nuestros espacios temporales», se insertan dentro de una zona psíquica retroactiva, donde los personajes son a veces copia y proyecto de otros personajes y en donde los tipos narrados son en verdad, y lo dice el autor también como personaje, modelos fundentes, fundidos, de acciones y temperamentos separados en la vida real.

Pero en este libro lo real no es tan importante como lo mágico, fundamentalmente cuando nos referimos a los cuentos que registra con el tema de Julia -la recurrente Julia- René Rodríguez Soriano. El autor tiene una gran trayectoria como narrador de piezas cortas. Conserva un estilo fresco que se había hecho ya sólido y permanente en su libro No les guardo rencor, papá, 1989, ya en Su nombre, Julia, 1991.

René tiene el don de manejar la poesía que deshiela el misterio. No es necesario que el cuento sea un dechado de ejercicios técnicos, su pluma nos lleva por el remolino de fantasía que puede ser teoría del recuerdo, viaja a una Europa en la que la imagen de una mujer llamada Julia habla en italiano y revela un pasado que no es el de ella misma, o aun nos trae y comienza con la Julia que puede ser la verdadera, al través de un relato inicial que nos presenta el personaje como una fantasía diseñada adrede, una mujer que recorre las calles en un automóvil junto a un galán que la ha querido seducir, una mujer que se mueve entre palomas… que no desea dar a conocer su dirección y que al regreso al hogar, luego de una primera cita accidental con protagonista, se apea del vehículo dejando un halo de misterio en la mente y el alma. Julia en realidad, era un distante rostro viejo perdido en algún retrato de la casa en donde vivió o vivía, según la nietecita que la sitúa en un pasado que no es, desde luego, el presente inmediato que viviera el soñoliento primer actor del relato. Por esta razón Julia es un símbolo, una fórmula, un modelo antiguo de desván rehaciéndose permanentemente en un recuerdo obsesivo.

La narración en primera persona es del dominio de Rodríguez. Su atmósfera mágica, su ámbito transparente, ayuda a entender el encanto de la fantasía que es retruécano en la creciente obra literaria del autor.

En «Laura baila sólo para mí” emerge ahora sin reticencias de ninguna especie, el sentido poético de la narrativa de Rodríguez Soriano. Resulta muy difícil comunicar al espectador, al oyente, al no leyente, el ámbito de un cuento, de una narración en la cual es tan importante la ecología afectiva como el argumento. Dentro del sueño, la mujer con la que sueña, y valgan las redundancias cuando son aclaratorias, deja en el personaje la imagen que escapa de una mujer desconocida la que un día olvida o coloca adrede sobre el lecho del personaje la zapatilla tradicional que hace recordar hechos de cuentos infantiles como los de La Cenicienta. El ámbito del sueño es tan real como irreal es la realidad en la que el autor, narrador de primera persona, busca por todos los rincones, aquella ballerina que podría llamarse Laura, que nadie ha visto, que puede esconderse en los salones de Bellas Artes tras bastidores y murales de Ramírez Conde o en las habitación de algún amigo o amiga. La solución es sorprenderla en el momento en el que el personaje se hace el dormido. Así, la siente, la palpa, la descubre y cuando ya la tiene casi en las manos, la doncella mágica huye por el grifo del agua, por la llave del agua, arrastrando a esa especie de bello durmiente que al asirla, penetra aguas abajo hasta un mar inexplicable en donde ella vive como ballerina de ondas saladas, o como sirena o tal vez como suicidad perdida en el limo brillante de un horizonte de sardinas, en donde, como hubiese dicho Mieses Burgos, los peces adoraban el último paisaje de sol que había en sus ojos.

Yo creo en la magia y en los magos. Todo lo nuevo es magia y todo lo pasado que no se explica es el producto de alguna magia. La naturaleza es una gran maga, los primitivos que no podían explicarse por qué el viento decía palabras verdes en los pinares del norte, pensaban que había un maridaje entre la voz de los dioses y la melena, la melena del boscaje. En su cuento titulado «Killing me softly», el autor escoge como personaje una voz, ni siguiera es un cuerpo el que habla, es una voz quejosa, femenina, la que recalca permanentemente sobre una voz masculina que representa una realidad física, como ella ha tenido que moldearse a los reclamos y mandatos del amo. La voz es títere, ser manipulado, es penumbra tiranizada, y de vez en cuando tiene que acallarse para seguir las órdenes que, a pesar de todo, le prestan personalidad, porque sin mandatos no tendría posibilidad de expresarse ya que la protesta es lo único que justifica su existencia. Notas al pie de página permiten determinar que el autor sigue con interés la protesta. Pero el autor es un cómplice, un filósofo que justifica con citas falsas, y con posiciones eclécticas el creador dice: «el ser humano es mágico, voluntarioso y operativo, por lo tanto. Cuando el ser humano desprecia el riesgo de la magia, de lo mágico y desprecia el riesgo que la magia exige en el momento de acometer una empresa, rompe su comunicación con los dioses…»

MARCIO VELOZ MAGGIOLO, Premio Nacional de Literatura. (Ventana. Listín Diario 16 de enero de 1994 Santo Domingo, RD)