No Les Guardo Rencor, Papá

Cuando vine al mundo, no sé que secretas esperanzas
pusiste en mí. Si me queda vida procuraré todavía dar
buena cuenta de ella, de manera que parezca útil
el esfuerzo de haberme traído aquí entre los hombres.
Johnny E. Puigsubirá Miniño

a mí me gustaba mucho cuando manuel estaba en la universidad y yo entraba sin miedo a su cuarto y me ponía a mirar todos sus libros y todas sus revistas y todas esas cosas que cuando arcadia o luisa o emilia me hallaban o mamá me castigaban mucho y muy durísimo porque había muchos libros con muchas fotografías y muchos libros grandes y muchos libros chiquitos que a mí me gustaba verlos y verlos y verlos cuando no me encontraban de una vez y yo le arrancaba muchas hojas que yo guardaba debajo de mi colchón con las cosas que me gustaban muchísimo claro que sí que yo me acuerdo de eso y me parece como si fuera ahora mismo cuando manuel machaca con dos piedras pedazos de soga y le mete las bolitas a la escopeta y le apunta a la gallina papuja y entonces viene arcadia y me hala para adentro diciéndome que tú no debes ver eso y sigue pelando el ajo y la cebolla cuando afuera suena el tiro y se oyen muchos muchos tantos tiros que sale papá y sale mamá y sale fucho y los gallos se alborotan y nos paramos todos en la empalizada y vemos que el avión sale volando y se va del campo de aviación sí y yo me olvido del avión y recojo la gallina que se quedó tirada debajo de la mata de aguacate de papá llena de sangre pero no me asustó con un palito abrí su tumba para enterrarla igual como chago enterró la mula joca que se mató en el respiradero cerca de la chorrera de pillo y entonces viene otra vez arcadia y mira nomás como te has puesto y me pelea y me hala las orejas y me empuja y me dice que ensucié otra vez el trajecito blanco manchaito manchaito que si me estaba volviendo loco y me puse a llorar en mi cuarto y lloré mucho y deseé que el niñito jesús viniera y me llevara con él oyendo el habladero en la cocina hasta que vino luisa y me llevó para la cena que era un locrio muy bueno dijo el viejo lelo porque esa gallinita papuja ya iba a empezar a poner y tenía muchos huevos y arcadia me trajo tres huevitos amarillitos uno chiquito otro más chiquito y otro más chiquitico que me los comí toditos con la cena yo creo que fue en ese momento que llegó fucho muy asustado y llamó a papá y a manuel para el patio y se pusieron a hablar muy bajito allá en lo oscuro y después papá y manuel entraron a la cocina y nos mandaron a acostar a todos y luisa me acompañó al cuarto y me ayudó a rezar mis oraciones me arropó y se fue para la sala y yo me quedé un rato oyen-do la habladera y la cerradera de puertas y un correr de sillas y un para acá y un para allá en el piso de madera de la casa y después no recuerdo nada más porque creo que me dormí

En relación con lo que acaba de preguntarme tengo, en honor a la verdad, que declarar que por medio a los señores ANDRÉS LORA Y ADOLFO FRANCO, tuve conocimiento de que en el Cibao se organizaba un movimiento y me interrogaron que si tanto ellos, como los nombrados VÍCTOR A. CASTRO, EDGAR SENIOR, NATALIO PURAS y JOSÉ CUELLO adoptaban cualquier actitud en dicho movimiento, yo estaba dispuesto a participar; a lo que accedí sin llegar a nada en concreto. Confieso mi actitud y sé que es del repudio de mi familia. No tengo más que agregar.

Con relación a lo que usted me ha preguntado, tengo que declarar lo siguiente: Debo ser sincero cuando me apresto a dejar constancia del conocimiento que tengo respecto de este movimiento subversivo que venía desarrollándose y del cual formo parte por invitación que me hiciera mi amigo Miguel Asencio, allá en mi pueblo. Puedo asegurar a este Departamento, que con ninguna otra persona yo he tratado tal cosa. No tengo más nada que declarar.

En relación a los hechos que se me imputan, debo declarar, en honor a la verdad, que la forma de cómo me he ligado al movimiento subversivo que aquí se investiga fue la siguiente: Hace aproximadamente un mes vino a mi persona René del Risco Bermúdez, para tratarme del mencionado movimiento y acepté para formar parte de dicho grupo, comprometiéndome a buscar más elementos para seguir aumentando el grupo, luego René del Risco Bermúdez me presentó a Carlos Manuel Lugo (Pelar) entonces yo persuadí a Carlos José Michel, el cual aceptó mis proposiciones, las cuales consistían en aumentar el grupo. No tengo nada más que declarar.

En relación con esta pregunta debo declararle, en honor a la verdad, que el señor Manuel Asencio fue quien me invitó a entrar en el movimiento conspirativo que está investigando este Servicio de Inteligencia Militar, y yo acepté. Debo agregar que con ninguna otra persona yo he tenido más contactos de esta naturaleza. No tengo nada más que declarar.

Domingo 14:

Hoy temprano, como todos los domingos, nos juntamos todas frente a la iglesia. Yiya, como siempre, hizo todos sus cuentos, todas nos reímos hasta que llegó Sor Cristina y entramos a la misa y ocupamos las dos primeras filas de la izquierda del altar, cantamos y comulgamos. Después nos reunimos en el Salón Parroquial a reafirmar nuestros votos. Como a eso de las 10 ó las 11 salí y me junté con mamá y Jorgito, que estaban donde tía Canín. Después de comida oímos el asunto de un avión que llegó. Sonaron tiros por los lados del pueblo, Manuel andaba muy atareado y todos nos asustamos mucho. Después del rosario ayudé a mamá con los muchachos… Ah, se me olvidaba, lo vi esta mañana, andaba con ese uniforme que le queda tan bien, me gusta tanto…

Lunes 15:

Todo un día de juicio en la casa, papá y Manuel no se despegaban del radio, tratando de saber noticias sobre el avión ese que aterrizó ayer tarde por El Valle. Nada más se habla de eso, pero por la radio no dicen nada, todo sigue normal y en la emisora siguen hablando del clima de paz y bienestar que se vive en el país (¡qué contrariedad, no entiendo nada!). Papá y Manuel han discutido mucho hoy, porque Manuel jura y perjura que están mintiendo, bueno, todo el mundo dice algo nuevo. Han pasado muchos militares por el callejón. Hoy no le vi el pelo, no sé de él, tengo que verlo. Quiero que me cuente y me explique qué es lo que está pasando realmente, porque mientras la radio no dice nada, nosotros oímos los tiros, se está peleando en las montañas y Manuel habla bajito y como que se alegra, yo no entiendo mucho y papá está que echa chispas, ya le ha llamado la atención diciéndole que tenga más cuidado, que piense bien lo que está diciendo o haciendo. ¿Estará pensando en mí?

Martes 16:

…te quiero mucho, hoy lo siento así, de una forma muy especial. No sé por qué, loqueras mías, pero así lo siento y por eso quiero decírtelo. Tengo que verte. Quiero hablarte, no me gusta nada todo esto. Jorgito me tiene de vuelta y media, preguntándome cosas: que si son enemigos del Jefe, que si vienen a matarnos a toditos, que Emilia dice que Manuel se va a ir derechito al infierno por estar diciendo cosas raras y contrarias a la verdad. A media mañana vino Tuto y dijo que mataron a Pijín que estaba en la loma. Mamá se puso muy mal, se pasó el día llorando. Si no sé de él pronto me voy a volver loca, Diosito lindo, no quisiera pensar que le pasara algo malo, no lo podría soportar, no, no podría.

Miércoles 17:

Esta mañana supe de él. Chago me trajo un papelito, me siento más tranquila. Dice que va a venir por aquí de mañana a pasado, qué bueno. Qué feliz me siento, de una vez le prendí su luz a la virgencita María, ella sabe lo tanto que le he pedido por él, si no es amor, es obsesión, pero no concibo el mañana sin él. Chago también trajo noticias sobre lo que está pasando en las lomas, dijo que esa gente vino a implantar un comunismo (¡Jesús, mamá nomás se santiguaba cuando oía eso!), pero que ya la guardia y muchos buenos patriotas dominicanos se estaban preparando para ir a la loma a acabar con los invasores. Qué día éste, estoy loca porque amanezca. Que llegue el de mañana, que llegue…

Querido padre:

Quizá cuando recibas estas líneas ya todo haya pasado y yo esté muy lejos, probablemente a salvo en el extranjero, pero creo que debo hacer lo que nunca hice o me dejaste hacer: hablar contigo de hombre a hombre, decirte las cosas como yo las pienso, porque, al fin y al cabo, debes comprender que tengo el derecho de usar mi propia cabeza y actuar de acuerdo a mis convicciones que, lamentablemente hace mucho tiempo no son las mismas tuyas. (No quisiera que al llegar a este punto de mi carta te incomodaras y la rompieras, espero que sigas hasta el final y entiendas muchas cosas que desde hace tiempo quería precisar contigo y todos los de la casa, pero principalmente contigo, que has mantenido la hegemonía de pensamiento en la familia, imponiéndonos reglas, mandatos y exigencias que, desde la niñez, hemos tenido que aceptar a regañadientes –y no es que quiera cuestionar tu forma de ser guía y mentor de nosotros, creo que nadie puede poner en duda tu hombría de bien, tu dedicación y amor para con los tuyos, siempre defenderé hasta la muerte tu vocación de sacrificio y tu entereza, ojalá muchas familias contar con un roble como tú). Ahora bien, antes que todo, quiero reclamarte y hacerte ver que no siempre tienes la razón, no siempre la edad da la experiencia como dice tu socorrido dicho. O acaso ¿era justo que me obligaras a pasar los primeros años de mi vida en un seminario, sólo porque tú y mamá le ofrecieron a su dios que su primer hijo sería para él? No, papá, aquellos años que pasé encerrado, marcaron en mí una rebeldía que me encaminó a cuestionar todo lo que de ti, y los como tú, provenía. Allí, entre esas santas paredes, como tantas veces las llamaron tú, mamá y abuela, tuve contacto con otras verdades que siempre ignoraste o te negaste a ver; otras realidades que, tanto a ti como a mí y a todos los que vivimos este tiempo, nos golpean hasta la médula; sí, papá, esas verdades que nunca has querido ver conmigo. ¿Y luego? Aquel día en que, definitivamente, abandoné mi cárcel medieval, cuando llegué aquella tarde decidido a no seguir jugando tu juego, a no volver nunca más al seminario y romper con los curas para siem-pre, ¿recuerdas que me insultaste? Dijiste que no era hijo tuyo, que yo era un caso perdido y que no ibas a malgastar tu tiempo conmigo, que si yo quería me pusiera a trabajar agricultura para pagar los estudios porque, lo que eras tú, no te ibas a sacrificar más para que yo siguiera embruteciéndome en vez de educarme. Terminé el bachillerato, pero no olvides que para ello tuve que trabajar duramente en un conuquito junto a Miguel en la Loma del Mulo y pelarme los ojos y hacer mil malabares para irme hasta la capital a trabajar y estudiar. Te quiero papá, no hace falta que te lo jure, está harto demostrado; hasta la fecha no puedes señalarme con el índice, jamás he hecho nada de lo que debas avergonzarte, ni tengan que bajar la frente mamá y mis hermanos, ojalá que ellos tengan la libertad que nunca he disfrutado. Por eso lucho, papá, te lo demostraré. Es cierto que no todo ha sido guerra entre nosotros. Hubo momentos de tregua, mejor de guerra fría, de cese de agresiones. Con los años has cedido en algo, espero, y no me quejo de la ayuda que me has brindado. Además, no creas que lo he pasado por alto, que no me he dado cuenta, te delata el orgullo con el que, a veces, has hablado de tu hijo casi ingeniero, tu hijo universitario. También comprendo que no han sido iguales nuestros tiempos, nuestras visiones, nuestras formaciones. Tú entraste al mundo cuando el siglo apenas se calzaba unas soletas tristes y, sólo a fuerza de sable, garrote y bozal, caminaban las ruedas de la historia. Ahora, papá, algunas cosas han cambiado y creo que para bien. Por lo menos hemos descubierto que tenemos derecho al grito y que, además, podemos alcanzar altos registros, registros capaces de hacer estallar muros y barricadas. Es de eso que desde hace tiempo quería hablarte…