René Rodríguez Soriano: Vicio Y Oficio De Vigía

René Rodríguez Soriano combina el oficio de tinieblas que es la escritura con las bondades de los espacios abiertos.

»Sé andar en el tropel, pero me siento bien en los parques, entre los patos. Soy un perseguidor de patos. Me llama la atención su vida libre, despreocupada. Nadan, caminan, se aman, se persiguen y nadie los molesta», dice el escritor dominicano, que se entregó al vicio de observar desde que a los 27 años, en 1977, publicó su primer libro, el poemario Raíces con dos comienzos y un final.

Treinta años y dos importantes premios literarios después –el Premio de Narrativa Casa de Teatro (1996), y el Premio Nacional (1997), que otorga la Secretaría de Cultura de República Dominicana- Rodríguez Soriano ha logrado dominar el vicio y el oficio con la frase picassiana de “No busco, encuentro».

»Cuando escribo, tengo esa sensación de encontrarme: con el niño que fui, con los amigos que hace tiempo no veo, con otras realidades y otros ambientes, y con los fantasmas que no se me van de al lado», explica.

Como invitado del Club de Lectores, programa cultural que desarrolla el Florida Center for the Literary Arts del Miami Dade College, Rodríguez Soriano presenta esta noche el libro Sólo de vez en cuando, una selección de relatos que publicó anteriormente en Santo Domingo en cuatro títulos: Todos los juegos el juego, de 1986, »un homenaje ceremoniosamente irreverente» a Julio Cortázar; Su nombre, Julia, de 1991, relatos signados por la presencia o la ausencia de una mujer llamada Julia; La radio y otros boleros, de 1996, marcados por la música y el bolero; y El diablo sabe por diablo, de 1997, que en esta compilación aparece bajo el título de Dominios y despojos.

»Julia resume a todas las mujeres. Tiene de todas las heroínas que leí hace muchos años: Laura Avellaneda, de La Tregua, de Benedetti, Aura de Carlos Fuentes, Teresa Batista de Jorge Amado», explica el escritor, que considera que uno de los elementos que marcan su literatura es la presencia de la mujer como protagonista.

»Mi única novela, Queda la música, está dominada por una voz femenina que dialoga con una pequeña voz masculina», cuenta, confesando que se siente muy cómodo dándole la palabra a la mujer.

«No me da vergüenza sacar a flote mi lado femenino. Me siento más seguro. Quizás porque soy el hermano más pequeño de muchas hermanas».

Los relatos de Sólo de vez en cuando –título que nació de una columna periodística que pensaba escribir »sólo de vez en cuando»- se catalogan dentro de esa categoría de «lo mágico» que prefiere trabajar el autor. Se desplazan entre la poesía y la narrativa en una confusión de géneros que es el lenguaje ideal para Rodríguez Soriano, autoproclamado un “escritor degenerado».

«Los poetas dicen que no soy poeta sino narrador. Los narradores no me quieren en su gremio porque dicen que escribo de una manera muy poética. Muchos dicen que Su nombre, Julia es un poema. Y la verdad es que no me preocupan las fronteras entre un género y otro».

La inasible Julia tiene otra particularidad. Además de mujer es un fantasma.

«En mi tierra le llaman ‘desandar los pasos’. Cuando alguien va a morirse, hace asomos, para terminar las cosas que quería hacer y que no hizo», explica el escritor, de la historia contada en flashback sobre un hombre que conduce por el malecón de Santo Domingo y se encuentra con esta mujer, a quien invita a tomar una cerveza y a compartir toda una tarde de paseo entre ruinas. Cuando decide ir a buscarla al otro día, se encuentra con que ésta lleva días muriendo de a poco.

»Durante mucho tiempo ha existido en Santo Domingo la leyenda de una bella muchacha que uno recogía en el carro y que después resultaba ser alguien que había muerto en un accidente. Sólo recojo esa leyenda», cuenta Rodríguez Soriano, que se ha visto favorecido por la geografía para desarrollar su vocación de escritor.

Su pueblo natal, Constanza, situado a 1,200 metros sobre el nivel del mar, es uno de los pocos sitios del Caribe donde se aprecian las cuatro estaciones. En el invierno, verdaderamente frío, los pinares se cubren de escarcha.

»Le dieron ese nombre porque se parece a una zona de Suiza cercana al lago Constanza. Conozco ese lugar y realmente tenemos la misma vegetación», explica Rodríguez Soriano, que vive hace 19 años en Estados Unidos y acaba de regresar de su tierra donde lanzó su más reciente poemario, Apunte a lápiz..

SARAH MORENO. El Nuevo Herald. Miami, FL, 13 de setiembre 2007.-

http://www.elnuevoherald.com/entretenimiento/revista_aplausos/story/90266.html