ǃAdelante, General De Las Raíces!

Esta segunda edición del libro Raíces con dos comienzos y un final, de René Rodríguez Soriano, nos invita a una serie de reflexiones. La primera de las cuales reside en la importancia de que el libro de uno de nuestros jóvenes poetas se reedite. Es poco frecuente que eso se produzca en nuestro país, donde nuestros nuevos (y muchas veces los viejos) escritores publican 1, 2 y hasta 3 libros sin que ninguno conozca una 2da. edición.

Otras reflexiones —que son el objeto de este escrito— nos produce el contacto con este libro de René, que nos conduce a explorar su obra publicada en sus tres dimensiones: la primera edición de Raíces con dos comienzos y un final, su segundo libro, Textos destetados a destiempo con sabor de tiempo y de canción, y esta segunda edición de Raíces. Es importante comparar, ver el proceso evolutivo que ha seguido su quehacer artístico.

Raíces, como se ve desde su primera página y su título, es lo que llamaríamos un libro de poesía de la tierra, enclavado temáticamente entre el campo lejano con la explotación por el terrateniente a los jornaleros y la ciudad pequeña de esas regiones del interior de nuestro país (a partir del caso concreto de Constanza), donde está presente la explotación del capitalista citadino. Recorre todas las consecuencias que la imaginación de René Rodríguez Soriano encuentra que dicha situación puede generar en lo amoroso, la corrupción, los abusos de autoridad, la prepotencia militar, etc.

Determinadas obsesiones que el artista transforma en poesía que habla, protesta, incita, subleva, es lo que brota de esos textos, donde la vida es verdaderamente una lucha en la más bárbara acepción del término. Con vivas fotografías alfabéticas llenas de ira y melancolía cortante. René Rodríguez Soriano se alza contra ese estado de cosas.

Desde el punto de vista formal, es evidente que ha habido una evolución. A tal punto es así, que creo que si le tocara ahora escribir un libro sobre los temas que trató en Raíces, Rodríguesoriano escribiría algo diferente. En aquella primera edición se notaba ya cierto dominio de la lengua, aunque todavía ésta era una potranca (como esas que él debió de montar muchas veces en su Constanza) nerviosa, saltadora, que por momentos casi lo tumba, llena de esa fuerza vital que tiene lo primitivo.

Metáforas y paradojas que producen un lenguaje lleno de violencia expresiva, como «tras la caza fatigante y estrujada /de unocincuenta/ y un dolor de cabeza en todo el cuerpo», con que termina uno de los poemas. Unión de palabras, transformación de adjetivos y sustantivos en verbos, así como otros logros que le dan un toque nuevo, distinto, al decir poético en relación a ciertas tradiciones verbales de nuestra poesía, aunque no llega a transgredir muchos de los estamentos de ese oficio en nuestra patria. También se notan elementos paralizadores, como es el gerundio abundante, determinadas construcciones ya caminadas.

Un balance formal de aquella primera edición de Raíces nos arroja resultados positivos, si lo situamos en su contexto y en el proceso de desarrollo del autor. Ello se nota en esta segunda edición, donde agrega poemas que enriquecen las posibilidades interpretativas del texto, disminuyen la carga particularista del libro en relación con la ciudad natal, haciéndolo más extenso en el alcance a lectores que no han vivido la experiencia provinciana y ganando equilibrio y belleza.

En esta nueva versión de Raíces continúa la violencia verbal y semántica con que Rená se revela contra aquella cruda realidad. Perviven innovaciones formales y hace ingresar otras, como son aquellos paréntesis de los poemas Un cuento y Otra Raíz, que le dan movimiento y vida al texto.

Sin embargo, cabe observar que la nota más importante del proceso seguido por la obra de Rená (y ahora paso a comparar con la tercera dimensión de su quehacer poético: Textos destetados a destiempo con sabor de tiempo y de canción), que es lo referido al destino de esa fuerza expresiva de que he hablado que hace gala la poesía de Rodríguez Soriano.

Es que el gran salto suyo está en el movimiento ascendente que ha seguido esa rabia, esa sublevación formal y semántica que circula por toda la obra de Rodríguez Soriano, desde la primera palabra hasta la última de los textos publicados y de los inéditos, que se convierte en el libro mencionado ahora en ironía fuerte, agrias paradojas, humor de alta temperatura.

He ahí la clave, en la última frase del párrafo anterior. Humor. Porque en los Textos René hace humor poético, y no humor blanco ni humor negro, sino humor que llamaría rojo. Y con ello entra a un territorio poco recorrido en la poesía dominicana, y me atrevería incluso a decir que latinoamericana (que es bastante triste y apesadumbrada en su mayoría) y por qué no, en la literatura del mundo, puesto que la mayoría de la literatura tiene por base la tristeza.

Parra, Cortázar, Quevedo, Gómez de la Serna, algunos poetas populares vienen a da memoria a la hora de pensar en poesía o literatura con cierta carga de humor. Si continuamos la lista hallaremos que no es larga en castellano. He ahí el proceso seguido por René, de un grito melancólico que recuerda al Vallejo de «quiero escribir pero me sale espuma, quiero escribir pero me siento puma», hacia la literatura irónica, chispeante y viva que hacen los autores de la escritura moderna.

De modo que después de este recorrido por la obra de Rodriguez Soriano a raíz de las Raíces (recorrido que me hubiera gustado hacer contando con mayor tiempo y espacio), vuelvo ahora a las Raíces, a sus dos comienzos y al final, para saludar desde él a René Rodriguesoriano y felicitarlo por haber realizado la proeza no sólo de publicar dos libros en este país, sino también por llegar al acto heroico de re-publicar. Adelante, pues! al general que ha ganado la segunda batalla de las Raíces (con dos comienzos y un final).

JUAN FREDDY ARMANDO, ESCRITOR. Julio de 1981.