Queda La Literatura

PATERSON, NJ.- En el estilo y desde la perspectiva en que está escrito este libro titulado Queda la música, de René Rodríguez Soriano, contamos con un libro sobrehumanamente intimista. Sobrehumanamente intimista porque en la prosa que nos entrega trata del amor sin filosofía ni academicismos.

El conjunto de textos, en toda su extensión, resulta en un libro hundido en la angustia existencial del ser humano en ahondar en la comprensión de lo que es ese sentimiento que denominamos amor. Para nosotros que sólo recordamos de memoria la nota urbana de algunos cuentos de René, y sobre todo, en cuentos como No le guardo rencor, papá, o en otro titulado Su nombre, Julia, en estos textos de Queda la música, no aparece para nada la ubicación de lo urbano, tampoco de la rural, y poco de lo que tiene que ver con la coordenada espacial: simplemente hay un contar, un proceso narrativo donde la transustanciación de un personaje en otro terminan constituyendo una sola unidad orgánica.

Lo absurdo de ciertas actitudes, lo intocable de una realidad que sólo existe en el logo, hace que la literatura que nos presenta René en Queda la música, no sea sino la manifestación de un ejercicio, puro ejercicio de un escritor que ya sabe lo que es el paquete de características del cuento o la novela como géneros, pero también de un escritor que sabe que la literatura es más que la puesta en escena de factores que determinan los géneros. En Queda la música cierta poesía lo llena todo.

Por eso, Queda la música es un libro refinadamente literario, casi existencialista, con atisbos de erotismos en medio de la mejor disimulación filosófica para adentrar al lector en una angustia que fluye desde el artista al lector vía los personajes que apenas se insinúan. Para René, en este su libro, existe la pretensión, la propuesta de absolutos literarios que planten sus bases sobre las más absolutas relatividades. Se es escritor, y eso basta. Y para serlo hay que escribir, y hacerlo bien. Esta parece ser la propuesta del escritor en su libro; René es un escritor que tiene demasiados referentes literarios, y su propuesta es la de un escritor que conoce la historia de la literatura criolla, pero también que conoce la literatura de otros tales, desde Colette, la Yourcenar, hasta Cortázar, para solo citar tres nombres.

A propósito de unos de estos escritores, Cortázar, en los textos de Queda la música se aprecia la fuerza de la voz, como si ella quisiera, a ratos, ser todo: el tema, el ambiente, los argumentos, los personajes, y hasta la literatura misma. En alguna página, se hace alusión al texto del argentino Casa tomada; René pretende decir lo mismo, o más bien, hacer lo mismo, pero con respecto a la literatura: Literatura tomada. Eso son estos textos de este libro: una toma del hecho literario sobre los fundamentos del amor, que al final de cuentas, parece tener los mismos fundamentos de la metafísica y la filosofía. Leyendo estos textos recordé una vieja lectura de El Ruiseñor y la Rosa, un texto de Oscar Wilde en el cual, el protagonista, un joven quien debía obtener de lo imposible una rosa roja, al conseguirla como regalo de un ruiseñor que debió entregar el rojo de su corazón, y morir por ello; al llevarla a la pretendida, esta lo rechaza con todo y flor, y al triste amante no le queda sino reflexionar en lo que es el amor, concluyendo en afirmar para su conciencia que no es nada práctico. En estos textos, la búsqueda, la angustia de buscar y esperar por el amor no sólo no es práctica sino que tanto los protagonistas como el propio escritor están conscientes de que nadan en el vacío; por eso un contrapunteo nutrido en su propia existencialidad:

«Si ella supiera que anoche me acosté con su nombre prendido a mi mano izquierda y que hoy amanecí con la mano latiendo como un conejo asustado; si supiera que aún no he tomado café pero cuando lo tome besaré su boca con el más agresivo de mis besos y pensaré en sus piernas temblando, empinándome el beso y la pasión que no se apaga. ¿no sabrá, ni se imagina, esa mujer que quiero besar sus pies…»

» Una mujer sola sola…. Que sólo sabe que estás sola y sólo puede rumiar su soledad con la sola existencia de escribirse sola, sola porque se escribe sólo a ella en la más perra soledad de su solitaria solitud. Sólo sé, estoy consciente de que soy una mujer sola, sólo que en este instante se duele de su soledad de estar tan sola, hablando sola», Pero ya en otros trozos de textos el escritor había escrito cosas como éstas: «No sé como canta la cigarra, ni me preocupa. No sé cómo nadan las aguavivas ni me importa. He oído el canto de las ranas en muchos atardeceres de muchos pueblos. He sentido tu respiración y tus latidos en todo el territorio de mis manos y eso si me importa, después, dos azucenas, una rosa, un clavel y, tal vez, no sé, un café recién colado».

¿Qué es el hecho literario?

Queda la música es un libro que se ha escrito como un lujo, es decir, se ha escrito con la sensación de quien lo escribe para sí mismo, pero sobre todo, es un producto literario porque un conjunto de órganos del cuerpo, instrumentos prensiles, lo han dictado, sólo que al ser publicado ya no es de él, y le pertenece a los lectores. Los dedos hacen la música, la música queda, pero también la literatura es hecha por ellos, queda la literatura. El amor, la literatura, la angustia, la soledad, las ausencias, todo queda. Eso es lo que parece decirnos René Rodríguez Soriano en este libro intimista, de pura invención de dos seres que se sienten solos en la unidad de ser uno solo.

HÉCTOR AMARANTE, Premio Nacional de Novela, RD. (Domini, octubre 2003. New York, NY)